“No hay otra alternativa: tendrá que amputarse la pierna o morirá.” Esta fue la frase que la funcionaria pública Maria Lurdete Souza, de 57 años, (foto) escuchó de los médicos después de haber sufrido un grave accidente en Estados Unidos, país en el que vivía.
Era diciembre del 2011 y María estaba volviendo del trabajo a su casa en las montañas de la pequeña ciudad de Charlottesville, en Virginia, cuando chocó su auto de frente con otro por causa de un error del GPS. “Yo quería llegar más temprano a casa y el GPS me dio un recorrido más corto. Como había un desvío por la ruta donde yo pasaría, me mandó que entrara en una calle que era contramano”, recuerda.
El impacto fue tan fuerte que ella no recuerda cómo fue rescatada del auto. Solo supo lo que sucedió gracias al relato de algunas personas. “Cuando llegó el rescate, los rescatistas me sacaron prácticamente muerta del auto y no había quedado nada de él”, afirma.
María salió del vehículo con fracturas expuestas en una de las piernas. En el hospital, estuvo 15 días en coma y, cuando se despertó, constató la gravedad del caso. “Las dos piernas fueron afectadas, pero la izquierda estaba completamente desgarrada”, cuenta.
Para que la pierna estuviera agarrada al resto del cuerpo le colocaron clavos. Ella debía quedarse con ellos por poco tiempo, solo hasta que el miembro fuese amputado. “La pierna izquierda no tenía capacidad de regeneración. Saber que no caminaría fue peor que si hubiera oído que moriría”, dijo.
María no aceptó el diagnóstico. Ella creía que su pierna sería restaurada, pues tenía mucha fe de que Dios la curaría. Antes del accidente, ella frecuentaba la Universal y sabía que Dios podría restaurarla. “Los médicos decían que debería amputarla de inmediato, sino podría infectarse y moriría. Yo no lo permití. Entonces, todos los del hospital vinieron a hablar conmigo y me dijeron que estaba loca”, declara.
La angustia
Después de dos meses en el hospital, María volvió a Brasil, su país de origen, para continuar con el tratamiento. Todo el trayecto fue hecho en una camilla, en un avión con terapia intensiva, ya que ella no caminaba y necesitaba cuidados especiales para no adquirir ninguna infección. “No había nada que sustente mi pierna, solo los clavos que estaban hacia afuera”, relata.
Después, la internaron y continuó escuchando a los médicos que decían que la solución sería realmente la amputación. Luego de 15 días en el hospital, le aconsejaron que vuelva a su casa, para evitar una infección hospitalaria.
El tiempo pasaba y María no desistía de la regeneración de su pierna. Segura de que su fe podría traer el resultado que esperaba, ella pidió que se realice la cirugía para retirar los clavos. Pero, su pedido no fue atendido. “Ningún médico quería tomar mi caso, porque todos tenían miedo de que muriera si retiraban todos los clavos. Pero, después de mucha oración, un médico me atendió. Tuve que animarlo a hacer la cirugía”, explica.
La cirugía fue realizada, pero los huesos de la pierna de María quedaron expuestos. A partir de aquel momento, solo un milagro haría que las heridas cicatricen.
Ella perseveraba en las oraciones en la casa. Como no lograba salir de la cama, su hermana, Sonia, participaba en las Reuniones de Cura en la Universal en favor de su restablecimiento. “Mi hermana hacía las cadenas y luchaba por mi milagro”, destaca.
La cura
María estuvo un año en cama, solamente acostada, sin poder sentarse. Todo lo hacía en la cama, incluso la alimentación y la higiene corporal. “Era mucho dolor y sufrimiento para mí, especialmente porque siempre fui una persona muy activa”, argumenta.
Aún con dificultades, ella y la hermana no desistieron de la restauración de la pierna. Hasta que, un sábado, el resultado de su perseverancia llegó. “Mi hermana llegó de la iglesia, a la mañana, y fui caminado a la cocina donde ella estaba. Usé la fe al levantarme para caminar y Dios operó el milagro.”
De a poco, los huesos que estaban expuestos se fueron regenerando. Hoy, tiene una vida saludable. “Mi pierna fue regenerada. No dependo de nadie más. Camino, conduzco y mi vida pasó a ser mejor de lo que era. Renací”, celebra.
Muchas personas hacen y reciben oraciones para tratar enfermedades incurables en las reuniones de cura y liberación de la Universal. Las cadenas se realizan todos los martes a las 8, 10, 16 y 20h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro o vea la dirección de la Universal más cercana aquí.
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