La historia más importante de la vida de una persona es la que se cuenta a sí misma y a los demás. Ella cuenta quién es, sus caminos, sus secretos, creencias y todo lo que la define. Pero muchas personas no aceptan vivir sus historias, tampoco se esfuerzan para luchar por un posible cambio. En su lugar, crean una falsa realidad, viven de ilusiones y convierten los próximos capítulos de su propia vida tan dolorosos como sea posible.
Mattheus Fernando, de 21 años, creció sin la presencia de su padre y se convirtió en una persona frustrada debido a esa ausencia. A los 13 años, comenzó a beber y salir a fiestas. En ese período, tuvo su primer contacto con las drogas. “Con el pasar del tiempo, parecía que todo estaba peor. Nadie de mi familia creía en mí, solamente mi abuelo, que era mi consejero. Cierto día, recibí la noticia de que él había fallecido y mi mundo se derrumbó”, cuenta Mattheus.
La pérdida de su abuelo lo transformó en un joven más triste y frágil. Para huir de la tristeza, el joven comenzó a frecuentar más fiestas y a consumir bebidas alcohólicas, además de salir con varias mujeres. “Mi vida comenzó a arruinarse. Todos los fines de semana probaba una droga diferente. Llegué a usar más de diez tipos de drogas en búsqueda de una alegría momentánea”, dice.
Las peleas en la casa aumentaban. El autoestima del joven estaba cada vez más baja y crecía el deseo de hacer cosas malas.
Sin tener condiciones económicas para mantener el vicio, Mattheus empezó a traficar. En ese período, comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza. “Ningún médico descubría lo que tenía. Me hicieron análisis y nada. Pasé noches en el hospital, con dolores de cabeza que me daban ganas de golpearla contra la pared”, recuerda. Sufría con ataques de pánico y no quería salir de la casa, porque pensaba que iba morir.
Su madre frecuentaba la Universal y lo invitó a una Reunión de Liberación. Desesperado, aceptó, comenzó a participar en las reuniones, pero no quería ningún compromiso con Dios. Deseaba que Dios lo cure, pero no quería abandonar las drogas. “Hasta que fui a una fiesta y tuve un principio de sobredosis. Me llevaron a la enfermería. Sentí un dolor en el corazón, mis manos no se movían, me faltaba el aire. Me desesperé”, cuenta.
Después de eso, Mattheus entendió que no necesitaba nada de eso. Él comenzó a hacer las cadenas e ingresó a la Fuerza Joven Universal. Con dedicación y ganas de cambiar, él se liberó del vicio y del síndrome de pánico, y fue curado. “La joven a la que traicionaba pasó a tener la misma fe que yo en la Universal. Hoy es mi esposa. Decidimos entregarle nuestras vidas a Dios y ayudar a otras personas que están sufriendo”, añade.
¿Está pasando por problemas espirituales? Sepa cómo liberarse de ellos participando todos los viernes a las 8, 10, 16 y 20h en la Reunión de Liberación en la Universal de Almagro, Av. Corrientes 4070, o ingrese en www.universal.org.ar/direcciones y encuentre una iglesia más cercana para participar.
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