Fue al principio de la mañana cuando la lava comenzó a salir. Las explosiones de fuego asustaron a los habitantes y destruyeron todo lo que estaba cerca. El responsable por el pánico y la tristeza causada desde el día 23 de noviembre es el Volcán de fuego, situado en la Isla del Fogo, en Cabo Verde.
Dormido desde 1995, el volcán permitió que se estableciese la región Chã das Caldeiras, donde está situada, una población de aproximadamente 1.300 personas, movida especialmente por la agricultura. Hace aproximadamente un mes, el volcán volvió a entrar en actividad y, desde entonces, viene causando serios perjuicios.
“En este momento, en una primera evaluación provisoria, los estragos ya provocados por la erupción del volcán llegaron a un valor superior a los 50 millones de euros”, afirma el primer ministro de Cabo Verde, José María Neves. “El volcán destruyó por completo casas, escuelas, jardines, iglesias, cooperativas de vino, infraestructuras deportivas, carreteras, hoteles y pensiones, estructuras económicas y áreas agrícolas, destruyendo totalmente dos comunidades”.
Mientras la lava continúa avanzando a una velocidad aproximada de nueve metros por hora, centenas de personas son evacuadas a otras ciudades, dejando atrás casas, empleos y sus propias vidas.
El trabajo de la Universal
“Soy María de Fátima Montronde, tengo 57 años, era habitante de la aldea de Chã das Caldeiras, pero debido a los estragos causados por el volcán en nuestra localidad perdí mi hogar. Desde ese momento estoy esperando que el volcán se estabilice para poder decidir qué hacer con mi vida.”
Como María de Fátima, todos los habitantes de Chã das Caldeiras fueron evacuados. Todos salieron con vida, pero dejaron atrás todo lo que fue construido durante años, sin dinero para comprar alimento ni ropa. Aunque el gobierno esté ayudando, la situación es muy difícil.
Uno de los responsables por el trabajo de La Universal en la región, el Pastor Ari Rodríguez, explica que el grupo Fuerza Joven Universal, en unión con el Centro de Ayuda Universal y con el grupo Corazón de Oro, que le da asistencia a las víctimas de desastres naturales y a los más necesitados, están recolectando donaciones para que, así sea posible, las distribuyan entre los desalojados.
“Los grupos están reuniendo artistas solidarios para eventos de beneficencia, recaudando en calles, negocios etc.”, declara el pastor. “Hasta el momento, la institución en el país reunió más de 8.500 kg entre alimentos, ropa, zapatos, frazadas, juguetes y otros géneros.”
Sobre las orientaciones del responsable por la evangelización en el país, el obispo Gilberto Santana, los grupos siguen trabajando, incentivando a que los ciudadanos colaboren.
Conocedora del dolor que se siente por perderlo todo y sabiendo lo difícil que será reconstruir su vida de aquí en adelante, María de Fátima agradece: “Es con buena gana, que recibo esa donación hecha por La Universal y sus aliados, Corazón de Oro y Fuerza Joven Cabo Verde, deseándoles disposición para ayudar más aún. Veo en todo eso un gran acto de amor por el prójimo. ”
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