Siempre se están lamentando, desprecian el tiempo presente y viven prisioneras de lo que pasó. Son personas apáticas, nostálgicas, que tardan en aceptar que la vida tiene más color cuando se vive en vivo, ahora. Tal vez usted se haya encontrado con alguien así. Tal vez usted haya sido así. Muchos de nosotros, en algún momento, ya fuimos así.
Sin embargo son muchos los que caminan hacia adelante y miran hacia atrás, mientras buscan en vano, seguir dando pasos para avanzar. Entonces, si lo que pasó ya no importa, y no se puede hacer nada para cambiarlo, ¿por qué existen personas que no logran conquistar objetivos en la vida por vivir unidos al pretérito y no a lo que puede venir?
La psicóloga especializada en psicodrama y psicoterapia, Cecília Zylberstajn, explica por qué debemos cultivar el presente vigilando la cosecha del futuro.
Siga hacia adelante
Lo que puede impedirle a una persona olvidar lo que pasó es la incapacidad, muchas veces, de atravesar un proceso de luto. La tristeza que sentimos por una pérdida o cuando algo no funciona, es un sentimiento muy importante, pero hace que nos acostumbremos a una nueva situación que no puede cambiar. Aceptar la pérdida, por más difícil que sea, es fundamental para seguir hacia adelante y encarar el presente y el futuro.
Aprenda del ayer y viva el ahora
Además, vivir del pasado, sea por recuerdos buenos o por recuerdos malos, es perjudicial. La salud psíquica está en encontrar formas adecuadas para lidiar con los problemas actuales. Necesitamos actualizarnos todo el tiempo. La felicidad no es tener todo, sino saber ser feliz con lo que se tiene en el momento. Vivir de las cosas buenas del pasado impide vivir las cosas buenas del presente. El pasado sirve para enseñarnos lecciones a fin de vivir bien el presente.
Tenga paciencia y persista
Entonces, si una persona tiene problemas en las relaciones afectivas continuamente, con varias personas diferentes, ¿puede la causa estar asociada a un problema mal resuelto del pasado? Albert Einstein dijo que “insanidad es esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo”.
Cuando somos pequeños, aprendemos a lidiar con las dificultades de una manera infantil. El niño es frágil, dependiente e indefenso, y aprende a vivir en el mundo con esa perspectiva y en esas circunstancias. Cuando somos adultos, somos fuertes, independientes y podemos defendernos, pero muchas veces actuamos como niños, presos a esta forma de actuar en el pasado. Es necesario actualizar este aprendizaje.
Desde el punto de vista neurológico, los comportamientos aprendidos que se repiten muchas veces se vuelven automáticos y son difíciles de cambiar. Muchas veces, nos comportamos de una determinada manera sin pensar en el porqué. Para cambiar este comportamiento es necesaria mucha paciencia e insistencia para reeducar al cerebro a nuevos caminos neuronales.
Generalmente, los motivos más comunes que una persona tiene para vivir prisionera del pasado son: la dificultad de adaptación, la falta de flexibilidad y espontaneidad, además del luto no vivido.
Enfrente las pérdidas
Por ser así, ¿qué debe hacer esa persona para olvidar las cosas que pasaron y comenzar a vivir el presente? Enfrentar las pérdidas sin reservas, llorar lo que necesite llorar. Además de todo eso, meditar, también ayuda a concentrarse en el presente.