Finalmente llegó el invierno y con él una noticia recurrente: las muertes por intoxicación con monóxido de carbono. Según el Ministerio de Salud de la Nación, 200 personas mueren al año víctimas de la inhalación de este gas venenoso.
La manera en que este afecta tiene que ver con la química del cuerpo humano. La hemoglobina es una heteroproteína de la sangre (es esta la que le da el color rojo característico) y es esta sustancia la encargada de transportar el oxígeno a cada órgano. Se satura de oxígeno en los pulmones y luego, en el recorrido que hace el flujo sanguíneo por el sistema circulatorio, se va desprendiendo de él, de esta manera se oxigenan todos los tejidos. Como podemos ver, esta función es esencial para la vida.
Pero en la química hay sustancias que forman complejos más estables que otras, y es así como la oxihemoglobina (la unión de la hemoglobina con el oxígeno) es mucho más inestable que la carboxihemoglobina – la resultante de la unión con el monóxido de carbono. Este último gas tiene una afinidad 210 veces mayor con la hemoglobina que el oxígeno y entonces lo desplaza fácilmente, produciendo así la asfixia, que afecta al corazón, cerebro y cuerpo en general. Cuando existe una concentración mayor al 40% es letal.
El monóxido no tiene olor ni color, por eso lo llaman “asesino invisible”, y es producto de la combustión incompleta del carbono presente en materiales como leña, carbón, gas, kerosene, gas oil y nafta. Muchas veces nos encontramos con la noticia de la muerte de una persona, pero es frecuente que existan síntomas previos que refieran a la presencia de este gas en un ambiente como pueden ser dolor de cabeza, mareos, náuseas o vómitos, cansancio, alteraciones visuales, desmayos, convulsiones… Pueden confundirse con gripe, intoxicación alimentaria, un problema neurológico o cardíaco, es decir que puede parecer otra patología.
No se trata de leer esta información y entrar en pánico, el objetivo es que comprenda que todos los episodios de intoxicación por monóxido son evitables, por eso el factor humano juega un rol fundamental y la prevención es esencial: controlar la correcta instalación y funcionamiento de artefactos, por ejemplo: si la llama de la hornalla o estufa es anaranjada, no es una buena señal. Aunque haga frío, la ventilación es muy importante, así como no irse a dormir dejando brasas o llamas encendidas. Tomar medidas preventivas es también usar la fe inteligente.
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