El 11 de octubre próximo, al final del Ayuno de Daniel, el obispo Macedo, junto a otros hombres de Dios, subirá el Monte Hermón, el Monte de la Consagración.
¿Por qué?
No es solo para un efecto de película, por ser un lugar espectacular. No es solo por el hecho de que la montaña se considere como los “Ojos de Israel”, por ser tan alta. Sino, sobre todo, porque este fue el monte elegido por Dios para que el Señor Jesús fuera consagrado. Fue en la cima,que Sus hijos tuvieron la confirmación de que Él era realmente el Hijo Amado, enviado para salvarnos, como está escrito en la Biblia:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando Él recibió de Dios Padre honra y gloria, Le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo Amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con Él en el monte santo.” (2 Pedro 1:16-18)
El Monte Santo, Monte Sagrado, según el significado de Har Hermon, en hebreo. El Monte de la Transfiguración, en el que Pedro, Santiago y Juan vieron a Jesús en medio de una luz intensa, conversando con los profetas Elías y Moisés (Mateo 17:1-9).
El obispo Macedo podría haber elegido otros montes de la Tierra Santa muy significativos para los cristianos, para finalizar algo tan importante como los 21 días del Ayuno de Daniel. Como el Monte de los Olivos, en el que a Jesús tanto le gustaba orar y buscaba los brazos del Padre en los momentos difíciles. O el de las Bienaventuranzas, elevación de verde y abundante naturaleza en el que muchos escuchaban en Sus prédicas, las enseñanzas de los secretos de la Vida Eterna, como el famoso Sermón del Monte. Tal vez el Moriah, que en la época, en su cumbre, se ubicaba el Segundo Templo. También fue el lugar donde Abraham entendió el motivo por el cual Dios le había pedido sacrificar al joven Isaac. O incluso el Carmelo, en el que Dios oyó a Elías. Quizás hasta fuera de Israel, el Sinaí, donde Dios le entregó a Moisés Sus Leyes.
Sin embargo, eligió el Monte Hermón. Frío, cubierto de nieve y de hielo, de gran altitud y difícil de escalar. El obispo Macedo, con la visita a los “Ojos de Israel” despierta el interés de los que creen en la Salvación por lo que este monte representa.
Y este significado fue profetizado, milenios antes de Cristo, por los cánticos de David:
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía el Señor bendición, y Vida Eterna.” (Salmo 133)
“habitar los hermanos juntos”. Esto quiere decir, la iglesia espiritual,no el templo de cemento y ladrillo, no solo una institución humana, sino a la reunión en la que crecemos como hijos de Dios y Sus verdaderos seguidores, alrededor de Su trono. El Monte Hermón simboliza a Jesús y a Su Iglesia.
“Es como el buen óleo sobre la cabeza”. Es el Espíritu Santo, en Su representación física de la unción con el aceite. En Su carácter sagrado, la protección que nos proporciona al ser revestidos por Él- “…el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras”.
“Como el rocío de Hermón”. Una metáfora que utiliza las nacientes del río Jordán, a los pies de esta montaña, que hace posible la vida en la seca tierra de Israel, “los montes de Sion” del versículo. Así como el Mesías es la fuente de Agua Viva sobre nosotros y no podemos vivir sin Él, nada puede vivir sin agua, nadie puede vivir sin el Señor Jesús.
Jesús fue transfigurado en este monte. Fue transformado. En esa ocasión,Sus discípulos lo vieron de una manera diferente, y no fue un simple cambio, no pasó desapercibido, como algunos que nos suceden en la vida cotidiana. Fue un cambio favorablemente impactante y deslumbrante; y una persona purificada por el Espíritu Santo, que comienza a habitar en su cuerpo, empieza a ser Su templo, también pasa por un cambio que nota ella misma y los que están a su alrededor.
Esta persona comienza a tener una visión diferente de la vida y del mundo. Los dones del Espíritu Santo hacen que ella los comprenda. Actúa de manera diferente, piensa diferente. Empieza a tener en sí misma el carácter de Dios, al Señor Jesucristo como su modelo, su referencia. Este es el mayor objetivo de la campaña del Monte Hermón.
La elección de Jesús y la del obispo Macedo por este lugar provinieron, primeramente, de Dios.
“Pero en Mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice el Señor, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra; allí los aceptaré, y allí demandaré vuestras ofrendas, y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas consagradas.” (Ezequiel 20:40)
Dios enseña, en el Monte Hermón, cómo servirlo, cómo ser verdaderamente Su hijo.
La propuesta de este Ayuno de Daniel es la transfiguración, la transformación completa. Es por eso que el 11 de octubre, los hombres de Dios estarán determinando desde la cima del Monte Hermón que todos los que creen serán transfigurados y revestidos de poder.
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