Para perfeccionar la fe del cristiano, Dios permite que pase por desiertos espirituales. Este término se utiliza comúnmente para describir situaciones extremadamente difíciles en las que la persona llega a sentirse sola.
Nadie que experimenta las adversidades del desierto lo hace de manera placentera. Al contrario, las luchas y las persecuciones generan momentos de gran angustia. No obstante, esas circunstancias cooperan para el fortalecimiento personal, porque, al enfrentar las dificultades, el ser humano adquiere aprendizaje y madurez para su vida.
Cabe destacar que todos pasarán por la crudeza del desierto: algunos a causa de sus malas elecciones, otros, en cambio, porque Dios los llevó hasta allá con un propósito. Sin embargo, las personas que atraviesan esos momentos difíciles y permanecen confiadas en Dios, son transformadas espiritualmente por el Espíritu Santo. El período desértico se convierte, de esta manera, en un jardín de bendiciones y experiencias.
“Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa.” Isaías 35:1.
¿Morir en el desierto o enfrentarlo?
Algunas personas desisten de la fe a causa de las dificultades, otras, a su vez, se quejan y murmuran, pero muy pocas deciden luchar y permanecer con Dios. Por lo tanto, la manera en la que usted decida enfrentar el desierto revelará si morirá espiritualmente en él o si lo atravesará y será bendecido. La elección es suya.