Durante esta semana, publicaremos fragmentos del libro “Mujer V” de Cristiane Cardoso, para que sirva de reflexión
Ella ve que van bien sus negocios; su lámpara no se apaga de noche.
(Proverbios 31:18)
Muchas mujeres quieren tener su propia familia, un marido, hijos para criar y un hogar para cuidar. Pero es gracioso cómo muchas de ellas se olvidan completamente de las cosas que tanto querían en el momento en que las conquistan…
“Estoy muy cansada para preparar la cena todas las noches. Si quieres, calienta en el microondas la comida congelada que compré el otro día.”
“¿Quién piensas que sos para decirme qué hacer y qué no? Yo puedo ser tu esposa, pero también tengo mi propia vida”.
“¡No veo la hora de que mi hijo empiece a ir al colegio y me dé un descanso!”.
“Yo no tengo tiempo para ocuparme de esta casa; mi familia tiene que aceptar eso”.
Esos y muchos otros comentarios vergonzosos son hechos todos los días por mujeres que un día desearon tener todo, y ahora, ese “todo” se transformó en un fardo para ellas.
La Mujer V valora lo que tiene. Y la manera por la cual ella expresa su aprecio es buscando lo mejor para sus hijos, su marido y su casa. Es a través del placer con que cocina, limpia, hace las compras, plancha, organiza la despensa, arregla, decora e invierte. Tales responsabilidades básicas de un ama de casa revelan cuánto valora a su familia.
Ya oí casos de esposas que “economizaban” en la comida para comprar un vestido nuevo. Maridos que tenían que planchar sus propias camisas a la mañana porque no había ninguna en el placard para que se pusieran. Hijos siendo educados por la TV, internet y videogames por falta de coas para hacer al volver de la escuela. La imagen es triste. Lo peor de todo es que, si ella no logra valorar ni lo que tiene, ¿cómo puede valorar a Dios?
Donde comienza la valoración
Sólo puedes empezar a valorar alguna cosa cuando entiendes su significado y conoces su valor. Vamos a hablar un poco de ti. Si no consigues valorarte a ti misma, tendrás dificultades para valorar a las personas que te rodean. Tal vez sea por eso que sabes que necesitas hacer más por tu familia, pero no lo consigues, ya no te resta ninguna cosa para dar.
Todo eso se debe a la manera como te has visto todo este tiempo. Hay por lo menos una cosa que odias de ti misma. Y una vez que odias algo de ti misma provocas una reacción en cadena, pasando a odiar todo el resto, pues crees no ser lo suficientemente buena.
Miras tu hogar y te convences de que jamás podrás ser una buena ama de casa; y, en lugar de perder tu tiempo intentando, prefieres dejar que los otros piensen que eres así y ya está. Tienes la necesidad de convencerte de que no eres del tipo “doméstica”, y entonces, te descuidas, sin darte cuenta de que estás cumpliendo tu propia profecía.
Te ves así, entonces es obvio que los otros van a empezar a verte así también. Es como dice otro versículo de Proverbios: “Porque, cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”, (Proverbios 23:7).
Nosotros determinamos quienes somos por la manera en la que nos vemos. La Mujer V ve que su ganancia es buena. Ella trabajó duro para eso. ¿Por qué no reconocer todo su esfuerzo? Ahora, vamos a volver a ti.
Hecha maravillosa y temerosa
Pasaste a existir en el día en que tus padres se unieron. Vamos entonces a empezar a valorarte desde el principio…
Desde el principio mostraste tu capacidad de ser alguien, porque de entre millones de otros espermatozoides, que nadaban a toda velocidad rumbo al óvulo, tú fuiste el que venció.
Además de eso, el período que pasaste en el útero de tu madre, puede haber presentado más desafíos. ¿Quién sabe? Tu madre puede haber pasado por problemas de salud o emocionales que inevitablemente te afectaron. No fue culpa tuya pero eras parte de ella, y, así también, quedaste expuesta a las mismas cosas que ella.
Pero venciste. Naciste y llegaste hasta aquí con nada más y nada menos que información. ¡Sí, eso mismo! Aprendiste mucho durante todos estos años, en la escuela, a través de las relaciones, con la familia, con los problemas, y fue así que llegaste hasta dónde estás hoy. Si te gusta dónde estás ¡óptimo! Si no te gusta, aun así es preciso que aprecies el hecho de que todavía no desististe de ti misma como muchas otras.
Tal vez, durante toda tu vida aprendiste a aceptar las cosas como son. Si eres pobre, entonces es eso lo que la vida reservó para ti, aprende a convivir con eso. Si eres una persona solitaria es porque lo mereces, por todas las cosas que hiciste o dejaste de hacer. ¿Y si cambiaras de manera de pensar? ¿Y si empezaras a transitar otro camino, aquel misterioso que siempre creíste que era demasiado bueno para ti? ¿Y si decidieras hoy ser la mujer que mereces ser, en vez de la mujer que eres?
Dentro de ti hay una vencedora, alguien que sólo está esperando una oportunidad para probar que estás equivocada. Esa vencedora necesita salir y hacer las cosas que a ti te dan miedo, las cosas que tú no crees que puedas o debas hacer.
Te va a sorprender cuánto puedes cambiar si apenas empiezas a valorar esas pequeñas cosas en ti. Reconoce que tu capacidad va más allá de tu entendimiento. Deja de intentar comprender, sigue adelante y haz uso de tu potencial.
Cuando comiences a valorarte, vas a pasar a valorar a las personas a tu alrededor también. Y tu comportamiento va a mostrar eso claramente, no porque estés siendo forzada sino porque quieres. ¿Sabes lo que sucede cuando comienzas a valorar a las otras personas? Ellas empiezan a valorarte.
Huérfana y discriminada
Ester era una judía joven, soltera, huérfana e inocente cuando el rey Asuero decidió hacer una colección de todas las bellas jóvenes vírgenes de todas sus 27 provincias (un reino que se extendía desde la India hasta Etiopía) con la finalidad de escoger una nueva reina. Él no preguntó quién quería ser candidata, apenas sacó de sus casas a todas las jóvenes que poseían esas cualidades que necesitaba en una reina y las obligó a vivir en un palacio por un largo periodo de preparación que duraría 12 meses. Una vez que estuviesen listas, él dormiría con cada una de ellas, y entonces decidiría quién sería su reina. Aquellas que no fuesen escogidas pasarían a ser sus concubinas.
Esa idea surgió de la desilusión del rey Asuero con la reina Vasti, que no lo quería. El hombre era bruto. Él no temía a Dios y tenía mucho poder. Se puede imaginar lo que eso significaba para cualquier persona.
En aquella época los judíos no eran vistos con buenos ojos; la verdad es que ellos eran perseguidos (como siempre) por la mayoría de las naciones. Israel, siendo la primera nación que Dios escogió para revelarse al mundo, siempre fue más odiada que valorada.
Entonces, como puedes imaginar, Ester no era exactamente la más valorada de las candidatas; a pesar de eso, ella era diferente. Ester tenía todo en comparación a las otras jóvenes de la corte. Era diferente a la mayoría no sólo por ser judía (lo que fue mantenido en secreto bajo la orientación de su tío) o huérfana. La diferencia estaba en su interior.
Y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. (Ester 2:7)
La Biblia en inglés dice que Ester era amable, y de buena apariencia y hermosura. Una mujer amable valora, y por causa de su valoración, es bonita por naturaleza. Ella no necesita de cirugías ni de consultoras de belleza para eso. Su belleza viene de adentro. Ester era una joven de Dios, y así como Dios la valoraba, también ella Lo valoraba a Él y a todo lo que Él permitía que pasara.
Al principio, la idea de ser arrastrada hacia el harem de un rey pagano debe haberle parecido muy extraña, completamente fuera de sus planes, pero ella decidió confiar en Dios y sacar provecho de la situación en la que Él la había colocado en aquel momento. Ella se destacó entre las otras jóvenes y la Biblia muestra eso claramente, para que sepamos que no se convirtió en reina por su extrema hermosura.
Vea la primera vez que ella hizo la diferencia:
Entonces la doncella venía así al rey. Todo lo que ella pedía se le daba, para venir ataviada con ello desde la casa de las mujeres hasta la casa del rey. Ella venía por la tarde, y a la mañana siguiente volvía a la casa segunda de las mujeres, al cargo de Saasgaz eunuco del rey, guarda de las concubinas; no venía más al rey, salvo si el rey la quería y era llamada por nombre. Ester […] cuando fue el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. (Ester 2:13-15)
Si sabes que vas a ser comparada con otras mujeres, la primera cosa que haces es encontrar un modo de quedar más linda que las demás, de causar una buena impresión, pero no fue eso lo que hizo Ester. Ella podría haberse adornado con todas las perlas y diamantes lujosos que estaban a su disposición para la noche más importante de su vida, pero decidió no llevar ninguna cosa a no ser a sí misma. Ella gustaba de sí misma, sabía quién era y, sobre todo, sabía en Quien creía, Él la cuidaría. ¡Sólo aquel gesto provocó que ella alcanzase el “favor de todos los que la veían”!
Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti (Ester 2:17)
Está bien claro para mí en este versículo que ella no fue escogida porque era la virgen más bonita, sino porque “halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes”.
Solamente aquellas que valoran quienes son y, consecuentemente, valoran a las personas a su alrededor pueden tener ese tipo de gracia. Por más joven que fuese Ester y por más triste que fuera su historia como huérfana, ella era una Mujer V. Hasta el rey Asuero, que era el hombre de más duro corazón, fue tocado por ella.
Ella poseía exactamente la cualidad que le faltaba a la antigua reina: valoración.
¿Existe algo en tu vida que tienes dificultad de valorar? ¿Por qué?
¿Cómo puedes comenzar a valorarte más? Haz una lista de algunas cosas que puedes comenzar a poner en práctica de aquí en adelante.