Si alguien le dice que no está de acuerdo con su opinión, ella se ríe irónicamente porque ya tiene la respuesta en la punta de la lengua. Es de esas personas que tienen ideas formadas con respecto a distintos temas y nada la convence cuando está equivocada. Todo lo que es y hace está enfocado en su propio bienestar, en sus deseos, en sus puntos de vista y preferencias.
No le importan los demás, mucho menos su compañero. Sin embargo, no hay hombre que soporte a una mujer que no cede en nada, que es incapaz de escuchar o aceptar cualquier opinión diferente. Es muy difícil convivir con alguien así, que la relación funcione depende de la manera en que la mujer encara las distintas situaciones y de su comportamiento. Muchas veces tener estabilidad económica la lleva a querer que todo sea de la manera que ella quiere y el hombre se siente como una marioneta en sus manos.
A pesar del amor que siente por ella, eso genera distancia en la pareja pues lo inferioriza como hombre. Así ninguna relación puede funcionar, a fin de cuentas, la vida de a dos es un intercambio saludable.
Error fatal
“Una relación solo funciona cuando hay respeto, diálogo y disposición para cambiar”, dice la psicóloga y psicopedagoga Naura Stella de Resende.
Para ella, cuando la mujer actúa como dueña absoluta de la verdad, al punto de no necesitar escuchar la opinión de su pareja, comete muchas equivocaciones.
“Sin darse cuenta ella le envía a su pareja el mensaje de que no lo necesita. Generalmente eso sucede cuando la mujer es autosuficiente económicamente. A corto o largo plazo, eso destruirá la relación, pues ¿quién se siente bien al no ser valorado? Muchas mujeres, inconscientemente, terminan actuando de esa manera por miedo de entregarse, de ser vulnerable”.
Según la psicóloga, aunque cambie de pareja, una mujer así volverá a repetir la misma fatalidad por mantener el mismo comportamiento. Esto se debe a que el problema está adentro de ella y todavía no fue solucionado.
“Por falta de sabiduría termina frustrándose en la vida sentimental, aunque sea exitosa a nivel profesional. Inteligencia no es sinónimo de sabiduría”, concluye.
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