Sansón pasó por la ciudad de Timnat y allí vio a una muchacha filistea, de quien se enamoró. Al llegar a su casa, les solicitó a sus padres que la pidieran en matrimonio. Pero a ellos no les gustó la idea, ellos querían que se casara con una mujer del pueblo de Dios. Sin embargo, Sansón insistió (Jueces 14:1-3).
Así fue que él se casó con la joven filistea. En la fiesta de casamiento, Sansón lanzó un enigma para sus amigos, dudando que fueran capaces de encontrar la respuesta antes que terminaran los siete días de conmemoración (Jueces14: 4-14).
Al séptimo día de lanzado el enigma, amenazaron a la esposa de Sansón para que les diera la respuesta. Ella, en lugar de contarle lo ocurrido a su marido, usó el chantaje emocional para conseguir la respuesta y se lo contó a sus compatriotas (Jueces 14:15-17).
El séptimo día, antes de anochecer, los hombres le contaron a Sansón lo que sabían y el entendió que aquello tenía que ver con su esposa. Aun así, cumplió lo que les prometió a aquellos hombres (Jueces 14:18-19).
Después de un tiempo, Sansón fue a visitar a su esposa y descubrió que ella se había casado con otro hombre. Por ese motivo, él prendió fuego las plantaciones de trigo de los filisteos (Jueces 15:1-8).
Doble traición
La mujer de Sansón es un ejemplo del pérdida de confianza. Cuando se le dice algo a alguien creyendo que quedará en secreto, un simple comentario ya puede considerarse traición.
Esa falta de fidelidad no existe solamente entre los cónyuges en relación al adulterio, sino también entre amigos y familiares, cuando se cuenta algo que se sabe que no debería ser dicho. Muchas conversaciones íntimas dejan de ser un secreto y se convierten en el tema principal en las charlas.
¿Cómo ha tratado la confianza depositada en usted? ¿Cuenta enseguida lo que le dijeron o piensa: a la persona le gustaría que lo contara?
Esté atento, un simple comentario puede significar traición. Demuestre confianza guardando su boca.
“En las muchas palabras no falta pecado;
Mas el que refrena sus labios es prudente.” Proverbios 10:19