¿Qué circunstancia, por más difícil que sea, justifica la pérdida de la Salvación, o, incluso, ponerla en riesgo?
El diablo siempre creará situaciones para que los ojos, en ese momento, se desvíen hacia el oro (preocupación personal, deseo de querer ganar la vida, etc.)
En el caso de Saúl, forzado por las circunstancias, él no supo esperar al profeta Samuel en el plazo determinado. Eso lo llevó a hacer lo que él no tenía derecho a hacer, desobedeciendo así a la Palabra de Dios.
Saúl dijo:
“… me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor del Señor. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.” 1 Samuel 13:12
Nuestro Señor Jesús no nos dio un plazo determinado de Su vuelta; Él nos dio señales de Su venida y de la consumación del siglo. Lea Mateo 24:3-14.
Nuestra obligación es mantenernos en el Altar, o sea, vivir de acuerdo con Su voluntad hasta Su vuelta.
Ahora, ¿cómo vivir en el Altar con los ojos en el oro? ¡Eso es totalmente imposible!
Por eso el diablo, en las circunstancias adversas, siempre presenta el oro como la salida más fácil.
El propio Señor Jesús prefirió quedarse sin pan, pero haciendo la voluntad de Dios.
Cuando los ojos están vueltos hacia el oro, eso se refleja no solo en aquello que se hace, sino también en aquello que se dice.
A propósito, nuestras palabras muestran lo que hay adentro de nosotros.
No podemos jamás olvidar que la Corona de la vida es más preciosa que el oro y le será dada a quien considera al Altar mayor que todo.
Si es para caer mañana mirando hacia el oro, es mejor morir hoy estando en el Altar.
Como la fe es personal, esa es la mía.
Colaboró obispo Djalma Bezerra