Abraham no murió antes de tener a Isaac. José no murió antes de ser gobernador de Egipto. Caleb no murió antes de disfrutar de la Tierra Prometida. Job no murió antes de que Dios le restituyera todo lo que había perdido. Nehemías no murió antes de ver los muros de Jerusalén reconstruidos. Ester no murió antes de contemplar la victoria de su pueblo sobre los enemigos. Ninguno de los héroes de la fe murió sin antes ver, con sus propios ojos, el fruto de su sacrificio, y disfrutar de él.
¿Y por qué sería diferente con nosotros, al manifestar la misma fe sacrificial que ellos manifestaron?
La Biblia afirma que “Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.”, (Eclesiastés 3:17). O sea, independientemente de todo, Dios hará la diferencia en la vida de quienes Lo sirven, porque aún hay tiempo para eso, aunque sea poco tiempo.
Dios es el más interesado en que usted conquiste la felicidad y la calidad de vida a través de las bendiciones que ha buscado. Porque, conforme está escrito, Él sabe que “El Seol no Te exaltará, ni Te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán Tu verdad. El que vive, el que vive, este Te dará alabanza, como yo hoy; el Padre hará notoria Tu verdad a los hijos.”, (Isaías 38:18-19).
El Altísimo tiene consciencia de que usted solo puede glorificarlo en vida, y Él no perderá la oportunidad de salvar almas a través de su testimonio.
¿Usted ya esperó mucho? ¿Perdió la cuenta de cuántas veces sacrificó? ¿Luchó tanto para después tener que luchar más? ¿Los años están pasando, y usted no ve ni siquiera una señal de que su victoria está cerca? No se preocupe. Usted no morirá mientras que no vea y disfrute del fruto de su sacrificio.
E, incluso después de la muerte, continuará disfrutándolo.
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