Recientemente, la actriz norteamericana Lindsay Lohan, de 30 años, fue agredida por su novio, el millonario ruso Egor Tarabasov, en la playa de Mykonos, en Grecia. Ella se desahogó en sus redes sociales, y dijo que las personas se equivocan, pero que nadie debe permanecer en una relación solo por “amor”. Además, advirtió: “Ninguna mujer puede ser tratada de esa forma y quedarse con esa persona si ella no está dispuesta a pedir disculpas.”
En las imágenes que circulan en internet, Lindsay aparece saliendo de una camioneta corriendo, siendo alcanzada por el novio, que la agarra con fuerza y la agrede.
Las escenas protagonizadas por la pareja retratan la situación de muchas mujeres, ya sean estadounidenses, españolas, brasileñas o de cualquier otra nacionalidad. Pero el hecho es que, famosa o no, rica o sin dinero, ninguna mujer debe aceptar ningún tipo de agresión ni física ni moral.
Una vida transformada con Dios
Melissa era parte de las estadísticas de violencia contra las mujeres. Ella sufría agresión física y moral todos los días. El marido bebía, se descontrolaba y la agredía. Durante muchos años la situación se mantuvo incontrolable. Pero todo cambió.
“Vine a buscar ayuda en la Universal, hice una prueba con Dios. No fue de la noche a la mañana. Hoy es todo diferente, todo lo hacemos juntos, salimos juntos. No hay más agresiones ni traiciones. Hoy hay respeto y unión. Estoy cosechando los frutos”, cuenta Melissa.
Generalmente, las mujeres que sufren agresión sienten vergüenza de lo que las personas van a pensar. No logran solucionar el problema solas, pero tampoco buscan ayuda, con temor de que las consecuencias puedan ser peores. Siendo así, prefieren esconderse.
Los moretones no son las únicas secuelas. La violencia psicológica y emocional también puede ocasionar problemas gravísimos, como estrés postraumático, depresión, destrucción del autoestima, ansiedad, pánico y otros maleficios. La mujer que es agredida necesita tener, además de ayuda psicológica, física y jurídica, principalmente, ayuda espiritual, pues solamente a través de la fe ese mal será solucionado.
Creado para valorar y darle asistencia a las mujeres que cargan algún tipo de trauma y sufrimiento por alguna marca del pasado, el proyecto Rahab, de la Universal, ha ayudado a miles de mujeres a transformar su vida. Los encuentros sirven para que una descubra en la otra la fuerza que necesita para cambiar la propia historia.
Si usted enfrenta algún tipo de agresión, no se quede callada. Participe también del Proyecto Rahab. Las reuniones se realizan el 3° domingo de cada mes, en Av. Corrientes 4070, Buenos Aires, Argentina. Ingrese aquí, busque una Universal más cercana a su casa e infórmese.
[related_posts limit=”17″]