Muchas personas cuentan a otros sus progresos y logros obtenidos por la fe, pero, a cambio, reciben el descrédito de los demás. Lo mismo le sucedió a Gedeón:
“Y vino Gedeón al Jordán, y pasó él y los trescientos hombres que traía consigo, cansados, mas todavía persiguiendo. Y dijo a los de Sucot: Yo os ruego que deis a la gente que me sigue algunos bocados de pan; porque están cansados, y yo persigo a Zeba y Zalmuna, reyes de Madián. Y los principales de Sucot le respondieron: ¿Están ya Zeba y Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tu ejército?” Jueces 8:4-6
Los principales de aquella ciudad no creían que Gedeón pudiera derrotar al último bastiónque le quedaba,aun sabiendo que había vencido a 32 mil madianitas solo con 300 hombres.
Hay personas que dependen de las palabras de aliento de los demás y, si no las reciben, se desaniman. Lamentablemente, vivimos en un mundo donde las personas insisten en desalentar a los que están progresando, por lo tanto, si intentan depender de otras para proseguir,nunca lo harán.
Con Dios es suficiente
No importa si las personas no creen en usted ni en su potencial, lo que realmente importa es que Dios cree en usted y eso es más que suficiente. Por eso, no dependa de las migajas de nadie, sean estas de confianza, de atención o de cariño, dependa solo de Dios.