Todo el mundo ya pasó o pasará por situaciones difíciles en la vida. Nadie está libre de ellas. La diferencia es la actitud tomada en el momento de las dificultades. Mientras unos se esfuerzan para enfriar la cabeza y usar la razón para encontrar la mejor salida, otros actúan por impulso, agravando aún más algo que ya no estaba nada bien.
Peor todavía: está quien, aunque se detenga a pensar, se perjudica aún más. Fue el caso del vendedor Alfredo José do Santos, de San Pablo, Brasil. Hace poco, Santos, fue acusado en una demanda de la exmujer, que ya había resultado en la pérdida de la tenencia de su hijo. Y ahora tenía que asistir a una audiencia en Butantã.
Mucho antes del horario de la audiencia, el vendedor entró con una mochila. Sacó de ella una botella con un líquido inflamable, tiró el contenido en una escalera y prendió fuego en el lugar, lo que impidió que la seguridad lo atrape. El incendio sucedió en la sala de la jueza encargada de su caso, Tatiane Moreira Lima, la agarró del cuello, rompió una de las botellas y le tiró un líquido oscuro y viscoso, de olor fuerte, y también amenazó con prenderla fuego. Los policías llegaron a la sala y comenzaron a negociar con el agresor, que exigió ser filmado y que la jueza diga en voz alta y varias veces que él era inocente y que no estaba loco. También pidió la presencia de reporteros de televisión. “Usted me sacó a mi hijo”, decía el hombre, visiblemente alterado, a la magistrada.
Aprovechando un momento de distracción del agresor, la policía lo inmovilizó. Incluso preso en flagrante, Santos continuó diciendo que era inocente.
La jueza volvió a trabajar, pero Santos está preso. Si antes estaba bajo sospecha de agresión doméstica y estaba en libertad, ahora está preso por intento de homicidio, explosión y resistencia a la autoridad y puede llegar a cumplir una pena de 20 años.
En su acto desesperado- aunque fue planeado, irónicamente, Santos intentó solucionar una situación que ya era mala de la peor manera posible o sea, con el uso de la fuerza y actuando contra la ley. Lo interesante es que para él, la jueza que juzgaba su caso era la responsable por su infortunio. En ningún momento parece haber pasado por su cabeza que aquello fue el resultado de sus acciones, que culminaron en la separación. El acusado tenía la oportunidad de buscar una buena defensa, de hacer todo lo mejor posible para minimizar los daños de sus errores anteriores, pero optó por hundirse aún más en una situación que ya era complicada.
Cabeza caliente: receta para desastres
¿Cuántas veces no hacemos lo mismo en otros aspectos de nuestra vida? ¿Vale realmente la pena perder la cabeza y poner todo el resto a perder también?
Claro que cada caso y cada persona deben ser analizados aisladamente. “Hay que diferenciar cuando la persona en un momento de desesperación comente actos impensados, pero es capaz de beneficiarse con los consejos, de aquella que tiene debilidades en su personalidad o tiene un trastorno psiquiátrico y es incapaz de favorecerse con consejos y sugerencias y necesita un tratamiento psiquiátrico y medicación a veces “, dice la psicóloga Ana Paula Magosso Cavaggioni, de San Pablo. Una cosa es que alguien equilibrado cometa una locura; otra es que alguien con problemas psicológicos o psiquiátricos haga algo como efecto de estos trastornos. Hay incluso otra triste realidad: alguien que pasa por problemas espirituales actúe impensadamente y abra las puertas a más confusiones – sí, el espíritu, como el cuerpo, la mente y el alma, también necesita equilibrio.
Volviendo al inicio: nadie está libre de pasar por problemas en algún momento de la vida. La diferencia es la actitud tomada frente a ellos. ¿Cómo actuar de la mejor forma para no hacer algo todavía peor de lo que ya está mal o incluso volver a la calidad anterior – o incluso mejor? Basta recordar lo que el sentido común recomienda: ser menos emocional y más racional, eso provoca resultados completamente diferentes.
Nadie está libre de pedir ayuda
Por más inteligente, autosuficiente o exitoso, nadie está libre de necesitar ayuda. Busque ayuda cuando sea necesario. Ella puede solicitarse a amigos, parientes sensatos o buscando apoyo psicológico o espiritual. Tanto en oración como en una conversación con alguien que sea una referencia en este sentido para usted – para eso están los buenos pastores y los especialistas. Vea algunas posiciones que pueden adoptarse antes de cualquier decisión, según la psicóloga Ana Paula Magosso Cavaggioni.
No haga de cuenta que el problema no existe – “En primer lugar, es necesario tener conciencia de que usted posee una característica impulsiva, reconociéndola”, dice la psicóloga.
¡Deténgase! ¡Piense en frío! – El viejo consejo “deje que se calmen las aguas” es mucho más valioso. “Evite actuar en los momentos de mucha ansiedad, rabia o sentimientos intensos”, aconseja Ana Paula.
La cabeza fue hecha para pensar. Úsela – “Escuche a alguien y reflexione antes de tomar cualquier actitud”, recomienda la especialista.
Piense más en el efecto de sus acciones – “Piense en las consecuencias de la actitud que quiere tomar, para usted y para los demás “, aconseja la psicóloga. No vamos a analizar si el vendedor José Alfredo de los Santos es culpable o no de la agresión por la que fue juzgado, pero si él hubiera puesto este consejo en práctica, no estaría en la situación que está.
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