Durante muchos años, Yanina padeció debido a su mal carácter, tenía una mala relación con sus padres y sus hermanos. Además, sentía soledad y mucha tristeza, pero no lograba entender por qué esos sentimientos se instalaban en su interior. “Me quedaba encerrada, sola”, comenta.
A través de una invitación, se acercó a la Universal. Y cuando escuchó hablar acerca del Ayuno de Daniel, logró ver una oportunidad para cambiar. En ese momento, notó que la soledad y la tristeza eran el motivo de la ausencia de Dios en su interior. El día en que Yanina recibió el Espíritu Santo cambió por completo y comenzó a ser feliz.
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