Después de todo, ¿qué significa sacrificio?
Para ayudar a entender mejor, volvamos en el tiempo. En el judaísmo antiguo, por ejemplo, como vemos en los relatos bíblicos, los sacrificios de animales tenían como objetivo llevar a una persona a tomar conciencia de sus pecados. El animal moría para que el pecado de su dueño fuera expiado. Pero el animal elegido no podía ser cualquiera. Tenía que ser perfecto, el mejor de los mejores, sin defectos. Solamente lo excelente podía ofrecerse a Dios y no las “sobras” de los rebaños. Purificada del pecado, la persona podía acercarse nuevamente a Dios.
Ella tenía una nueva oportunidad de seguir su vida y la bendición necesaria para lograr sus conquistas. Eso es lo que sucede: cuando uno sacrifica, conquista.
No siempre el sacrificio era para la expiación de los pecados. Algunas personas lo hacían como expresión de adoración a Dios y daban lo mejor de su trabajo, de su sudor, de su esfuerzo y de su dedicación.
Noé lo hizo cuando las aguas del diluvio bajaron, en una mezcla de agradecimiento porque todo su esfuerzo dio frutos. ¿Quien dijo que es necesario que haya una dificultad para que la persona sacrifique a Dios? Incluso cuando todo estaba bien, los sacrificios se realizaban no solo en agradecimiento, sino por la felicidad de estar con Él.
Generalmente, las personas miden un sacrificio en dinero por lo cantidad. El valor va más allá de eso. El propio Señor Jesús lo enseña en Lucas 21. 1-4. Una viuda hizo un sacrificio con pocas monedas, lo que parecía insignificante a simple vista. Pero el Mesías se puso en el lugar de aquella mujer, sabiendo sus dificultades. Para otros, el dinero podía ser poco. Para la viuda, era todo lo que tenía. Aquella actitud hizo valer la palabra “sacrificio” al pié de la letra. El Señor Jesús no criticó el sacrificio de los que tenían más, sino que elogió y recibió de corazón la actitud de la mujer. El problema no era la cantidad en sí, sino cuanto cada uno era capaz de dar.
Hoy no hay más sacrificios de animales en las sinagogas o entre los cristianos. Hay otras formas de sacrificio. La persona no ofrece un cordero o un becerro, sino lo mejor de sí misma. Separa para Dios la mejor parte de su tiempo, estando con Él en las reuniones. Y, en el resto de las horas del día, Lo honra con actitudes dignas (lo mejor de su carácter).
Por eso, si alguien no ofrece lo mejor de sí, ¿cómo espera conseguir lo mejor de la vida?
Esa persona puede hasta sacrificar algo físico en el Altar, con la mejor de las intenciones. Pero no lo hace de la manera correcta. ¿Por más que ofrezcan diezmos y ofrendas, de qué sirve si no ofrece su propia vida? Ella puede estar siempre con la Biblia en la mano, ir a todas las reuniones, participar de los proyectos. No sirve de nada hacer todo eso como una regla social. De esa manera, no se conquista nada relevante. Solo cuando se sacrifica de verdad, se conquista de verdad. Con el sacrificio también sucede una reconexión, una confirmación de la alianza con Dios. Y solo con ella las cosas realmente suceden.
Cuestión de proporción
El sacrificio es el precio de lo que se quiere alcanzar. No basta solo querer o solo creer.
¿Quiere una prueba de eso? Vea lo que el obispo Macedo cuenta: “La Universal está formada por un pueblo que está acostumbrado a sacrificar. Sacrifica sus ofrendas en el altar, sacrifica la vida, su corazón y es por eso que suceden cosas grandes y magníficas en nuestro medio. Por ese motivo la Universal se está propagando por todo el mundo, justamente por causa del sacrificio”.
El obispo también habla de otras formas de sacrificio: “El pastor y el obispo están sacrificando, dejando la patria, la familia, yendo solamente con su esposa e hijos a lugares distantes, áridos, lugares en lo que a veces no existen ni escuelas. Lugares con prejuicio racial, donde hay problemas sociales serios, pues ellos van al frente de la batalla, yendo a la lucha, porque su sacrificio es el precio de la conquista que determinaron en sus corazones.” Y concluye tocando un punto muy importante: “Por lo tanto, el sacrificio es el precio de aquello que queremos alcanzar. El sacrificio es el precio de la bendición de Dios. No tenga dudas”.
Y esas conquistas son grandes porque los sacrificios son grandes. El avance de la Universal en esta época tan conturbada para todo el planeta, en lugares difíciles, es la prueba de que las conquistas son posibles.
Solo tiene lo mejor quien ofrece su mejor. Ahora sabe por qué algunos conquistan tanto y otros solo ven el éxito ajeno.
Domingo
Los domingos, en todas las Universal, los obispos, pastores y obreros clamarán para que todos los presentes tengan un encuentro con Dios y entiendan más al respecto del sacrificio. Vea la dirección de la Universal más cercana a su casa y participe de uno de los encuentros de fe. [related_posts limit=”15″]