Una señora muy pobre llamó por teléfono a un programa cristiano de radio pidiendo ayuda. Un brujo que oía el programa decidió jugarle una broma.
Consiguió su dirección, llamó a sus secretarios y ordenó que hicieran una compra y se la llevaran a la mujer, con la siguiente orientación: “Cuando ella pregunte quién se lo mandó, ¡respondan que fue el diablo!”
Al llegar a la casa, la mujer los recibió con alegría y enseguida fue a guardar los alimentos. Los secretarios del brujo, conforme la orientación recibida, le preguntaron: “¿No quiere saber quién le envió estas cosas?”
La mujer, en la simplicidad de la fe, respondió: “No, hijo mío, no es necesario. ¡Cuando Dios manda, hasta el diablo obedece!”
NO SE PREOCUPE POR LA MANERA EN LA QUE VENDRÁ SU VICTORIA, CUANDO DIOS LO DETERMINA, VIENE… ¡¡¡AH, VIENE!!!
Tenga paciencia. No es en su tiempo, sino en el tiempo de Él, porque usted ve hasta un límite, pero Dios sobrepasa ese límite y ve mucho más allá de lo que vemos.