Alan relata su historia: “Conocí la Universal a los 6 años, pero venía a la Iglesia por obligación. Crecí y a los 17 años me aparté de la Iglesia. Salía a bailar para llenar el vacío que sentía. Cuando me quedaba solo en mi habitación, venían pensamientos de que lo mejor era el suicidio.
Tenía problemas sentimentales y espirituales. Discutía con mi familia por cualquier cosa. De noche tenía miedo, dejaba la luz prendida.
Mi primo se había suicidado y perderlo me afectó mucho. Estaba tan mal que llegué a intentar matarme, no lo hice porque me di cuenta de cómo sufría su familia. Me imaginaba a mi mamá después de mi muerte y no lo pude soportar. También estaba enfermo, tenía dos hernias de disco.
Volví a la Universal porque entendí que necesitaba ayuda. Fueron meses de lucha, pero logré levantarme. Me pude liberar de todo, hoy me llevo bien con mi familia. Puedo dormir bien por las noches y gracias a Dios me curé”.
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