A los 27 años, Andressa Urach garantiza que finalmente encontró un sentido para su vida. En la entrevista exclusiva a la Folha Universal, Andressa revela detalles sobre su trayectoria y transformación por la que pasó en los últimos meses. El reportaje se realizó en el Templo de Salomón, en San Pablo (Brasil). “Hoy, apoyo mi cabeza en la almohada y tengo paz, eso vale más que cualquier dinero. Yo sé de donde salí y no quiero volver más allí”, dice.
Nació en una familia disfuncional del interior de Río Grande del Sur. Andressa cuenta que fue rechazada por su padre. Sin recursos, la madre la entregó a una familia que se encargó de cuidarla. Desde los 6 hasta los 8 años, sufrió abusos sexuales por parte de su abuelo. Luego regresó a vivir con su madre y llegó a pasar tiempo con su padre.
Se casó a los 15 años, tuvo a su hijo Arthur a los 17 y se divorció a los 21. Sin dinero, Andressa intentó ser bailarina de un prostíbulo y terminó prostituyéndose. Se convirtió en una prostituta de lujo, posó desnuda, fue vice-Miss Bumbum, participó del reality show “A Fazenda” y se hizo 14 cirugías plásticas. En noviembre del 2014, Andressa fue internada en Porto Alegre con un cuadro gravísimo debido a la aplicación de hidrogel en las piernas realizada cinco años atrás. Andressa sufrió una infección generalizada, pasó 28 días en Terapia Intensiva y estuvo cerca de la muerte. Ella obtuvo varias cicatrices y una certeza: era momento de cambiar.
Búsqueda frustrada
“Busqué el amor de mi familia, el de las personas, el de las amistades, pero yo simplemente no lo encontraba. Esa búsqueda hizo que me convirtiera en una persona amarga, llena de odio. Los seis años en la prostitución, sufrí mucho, pero no lograba salir de eso. Era adicta a la belleza, al alcohol, a las drogas, a la prostitución. Buscaba la felicidad en esas cosas. Estaba vacía, tenía una angustia muy grande en el pecho. Cuando era pobre, pensaba que si era rica sería feliz. Llegué al auge de la fama, tuve un auto importado, un departamento, 15 000 dólares en mi cuenta, pero era extremadamente infeliz, pensaba en el suicidio.”
Fama
“La búsqueda por la fama es la falta de amor. Me gustaba recibir elogios, incluso cuando eran groseros. Además, al ser más famosa, mayor es el pago en la prostitución. Tenía que ser tapa de revista y aparecer en la TV para ganar más. Los clientes son hombres de todo tipo: religiosos, jugadores, actores, cantantes, empresarios. Muchos me decían que amaban a sus esposas, a sus hijos, ellos no querían separarse, pero sentían la necesidad de buscar afuera lo que no tenían en la casa. Ellos estaban necesitados, decían que las esposas no les daban cariño, atención. Muchas veces, fui psicóloga, ellos se quedaban horas desahogándose conmigo.”
Vinculación con entidades
“Una vez, una señora me bañó en sal gruesa para sacarme la envidia. Ella sacó cartas y me ofreció trabajo con las entidades. Ella me dijo que ganaría más dinero, más hombres en la prostitución. Hice trabajos para destruir matrimonios, para destruir a rivales. No tenía límites, yo estaba ciega. Cuando llegué al auge, comencé a sentir una culpa muy grande, allí le di la espalda a la religión. Cuando dejé de darles champanes a las entidades, comencé a tener problemas de salud. En el libro Morri para Vivir, expliqué eso con detalles.”
Vanidad
“Yo casi morí por el exceso de vanidad. Debemos cuidarnos, pero todo tiene sus límites. No sirve de nada cuidar la estética si uno es una persona amarga por dentro, mala, fría. Durante la infancia, yo tenía problemas de aceptación, me creía muy fea. Me hice 14 cirugías plásticas en cuatro años. Gasté USD 259 394 para estar perfecta y arruiné mi cuerpo.”
Fondo del pozo
“Antes incluso de enfermarme (a mediados del 2014), estaba muy depresiva, tenía pensamientos negativos, me drogaba, vivía en fiestas, tenía insomnio. Necesitaba ayuda, pero no veía una salida.
Después, tuve una infección generalizada, me internaron, mi riñón se detuvo, mi sistema respiratorio también. Sufrí 28 días en Terapia Intensiva, pasé por 18 cirugías. Allí tuve un encuentro con Dios.”
Conversión
“Yo oía hablar de Dios, pero no quería convertirme. Mi madre siempre luchó por mí, ella me acompañaba al hospital, los pastores de la Universal también siempre iban al hospital. Mi familia es de la Universal hace 20 años, mi madre siempre me habló de Jesús, pero yo salía corriendo. Cuando entró la segunda bacteria, yo realmente pensé que quedaría en silla de ruedas. En aquel momento, yo no tenía nada más para perder. Entonces, me dije: vamos a ver si este Dios está vivo realmente “.
El inicio de la vida con Jesús
“Cuando me bauticé en las aguas, parece que todo empeoró, todo el mundo se puso en mi contra. Cuanto más me acercaba a Dios, más difícil era. Tener a Dios no significa que no tendremos más guerras, sino que Él nos da una armadura para enfrentarla, nos hace tener seguridad de que Él está con nosotros. Pero no fue fácil, fue muy difícil. Hubo momentos en los que venían pensamientos diciendo que yo tenía que desistir, tuve que perseverar mucho. Yo sabía que el diablo quería mi alma. Yo tenía miedo de la muerte. Creo que si no fuera por el miedo de ir al infierno, si no tuviera la seguridad de que necesitaba salvar mi alma, quizás hubiera seguido con la misma vida. Yo no me volví una santa, soy temerosa a Dios, es diferente. Puedo cruzar la calle y morir, y tener mi alma salva, eso es lo que me importa.”
El cambio paso a paso
“Aún en el hospital, leí el libro En los Pasos de Jesús, que me regalo una obrera de la Universal. Después, leí 50 Consejos para Blindar su Fe, que fue muy importante para mi cambio de pensamiento. Comencé a tener cuidado para dejar de decir groserías y a cuidar mi cuerpo, porque descubrí que es el templo del Espíritu Santo. Cuido tanto de la alimentación como a lo que se refiere a la elección de la ropa. Descubrí que no necesitaba ser vulgar. Después comencé a leer Mateo, Marcos y Juan (libros de la Biblia) y ahí todo comenzó a tener sentido para mí. Es como si se me hubiera caído una venda de los ojos. Yo abrí mi corazón, fue una entrega total. Cambié mis pensamientos, mis actitudes y todos los días busco mejorar y aprender. Usted tiene que cuidarse, vigilar, estar atenta para no tener orgullo, para no perder la humildad. Nuestros mayores enemigos son nuestros pensamientos.”
“Cuando salí del coma, sentía la necesidad de perdonarme y perdonar a las personas. Escribir el libro es asumir mis errores. Yo pensé “si Dios es tan maravilloso y transformó mi vida, lo mínimo que puedo hacer es escribir mi historia para ayudar a las personas que están en el fondo del pozo.”
Futuro
“Antes de mi conversión, tenía muchos sueños, anhelaba muchas cosas. Hoy, mi vida está en las manos de Dios. Lógico que tenemos proyectos, pero vivo un día a la vez. Aprendí a ser madre, le doy valor a mi hijo (Arthur, de 10 años), a mi salud, le agradezco por el agua que bebo, por mis piernas, por poder caminar, tengo nuevos valores. Mi futuro está en las manos de Dios. Mi madre está realizada (con el cambio de Andressa). Ella y mi abuela nunca desistieron de mí.”
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