Judas Iscariote permaneció al lado del Señor Jesús durante un período de tres años. Sin embargo, pese a que fue testigo ocular de los magníficos milagros del Hijo de Dios y escuchó Sus potentes palabras, Lo traicionó y después se suicidó. Ahora bien, ¿cómo es posible que alguien que caminó con Jesús y conoció Sus lecciones haya terminado su vida de esa manera?
Es suficiente una simple lectura bíblica de los evangelios para saber que la caída espiritual de Judas no fue de un día para el otro, al contrario, sucedió lentamente.
En uno de los pasajes del libro de Juan en el que María, la hermana de Lázaro, usó el perfume de nardo puro que tenía para ungir al Señor Jesús, se puede observar un indicio del estado espiritual de Judas. Cuando la que la mujer derramaba la esencia sobre los pies del Señor, Judas criticó duramente esta actitud por no haberse vendido el perfume y usado el dinero para ayudar a los pobres. No obstante, su intención era sustraer ese perfume de las ofrendas.
Lamentablemente, al igual que Judas, hay personas que se dicen cristianas, pero están navegando en el “mar de la perdición” a causa de la vida pecaminosa que tienen. Por lo tanto, al no entregarse a Dios, están desperdiciando la preciosa oportunidad de ser salvas.
¡Reflexione!
Su Salvación se pagó por un precio muy alto, por eso, no la eche a perder. Para tener el acceso al Reino de los Cielos, es necesario entrar por la puerta estrecha, lo que significa que tendrá que renunciar a las cosas que a usted le agrada, pero que no le aportan nada bueno a su fe.
¿Está dispuesto a sacrificarse diariamente para obtener la Salvación de su alma?