Muchos viven buscando un culpable para sus fracasos. Si su sueldo no les alcanza, la culpa es de la empresa en la que trabajan, si su compañero es ascendido, es porque seguramente era chupamedias de los jefes… Las excusas están siempre en la punta de la lengua de las personas que se hacen las víctimas de todo y de todos. Sin embargo, difícilmente analizan los motivos reales por los que nunca progresan.
Perseguir objetivos exige muchas renuncias, y la primera es abandonar los miedos. Cuando nos acostumbramos con determinadas situaciones, tenemos la tendencia de sentirnos confortables y satisfechos. La zona de confort es agradable, pero salir de ella es la mejor forma de superación, aunque duela.
Y si usted cree que todavía no está preparado para la oportunidad con la que tanto sueña, cambie su forma de pensar.
Confiar en Dios es el camino para fortalecerse y no dejarse guiar por los sentimientos. El éxito o el fracaso depende apenas de uno mismo, es fruto de las elecciones que hacemos.
Aunque uno no pueda controlar determinadas situaciones, puede controlar su reacción. Y es eso lo que determina el resultado. Si elige la postura de víctima, jamás será un vencedor. Dejar de hacerse la víctima es la única forma de salir de esa situación.
Si usted necesita confiar más en sí mismo, participe del Congreso para el Progreso, que se realizan todos los lunes a las 16 y 20 h en Av. Corrientes 4070.
Ana: “Antes de participar del Congreso para el Progreso, mi vida económica estaba arruinada. Había mucha pobreza, tenía a mis hijos chicos y no había dinero para comprarles ropa, se vestían con lo que mis jefes me regalaban. Vivía en una pieza muy pequeña, dormíamos como sardinas en una sola cama. Mis hijos me pedían juguetes y no podía comprarles nada.
Me invitaron al Congreso para el Progreso y perseverando logré cambiar esa situación. Quería dejar de ser empleada doméstica y aprendí a tener visión. Creí, luché y gracias a Dios pude abrir mi pequeño negocio. Seguí perseverando y hoy tengo un polirubro, tengo mi auto 0 km, también tengo un emprendimiento de fletes y, además, logré cobrar un dinero que parecía que estaba perdido. Hoy no nos privamos de nada”.
Carla: “Mi economía estaba muy mal. Tuve muchas frustraciones amorosas y eso influyó en mi vida laboral. Fracasaba en todo, tomaba malas decisiones y cada día me trababa más. Empecé a participar del Congreso para el Progreso y de a poco mis pensamientos cambiaron. Me propuse dejar de ser empleada y tener mi propio negocio. Hoy tengo un taller textil, con cuatro máquinas industriales, mes a mes aumentan las ventas, estoy pagando mi 0 km y solucioné todos mis problemas de deudas”.
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