Beatriz Carrizo pasó de tenerlo todo a la miseria. A raíz de una defraudación por parte de una persona de confianza perdió la estabilidad económica que había alcanzado en base al esfuerzo y al trabajo. Solo la ayuda de Dios pudo sacarla del estado en que se encontraba junto a su familia.
“Mis problemas comenzaron cuando le salí de garante por $50.000 a una persona que no pagó la deuda, entonces al año me llega una carta comunicándome que me remataban mi casa. Yo tenía un negocio bastante próspero que era donde trabajábamos mi esposo y yo. En ese momento mis cuatro hijos eran chiquitos, iban al colegio. Ante esta terrible noticia busqué ayuda profesional, me indicaron que lo mejor era hacerme cargo de la deuda, al hacerlo toda mi familia padeció el ajuste económico.
El dinero salía del negocio para pagar la deuda hasta que un día me di cuenta que no tenía ni para darle de comer a mis hijos ni para vestirnos, menos para comprar mercadería. Todo salía y no había forma de invertir nuevamente”, cuenta al recordar esos días difíciles.
Ella se sentía angustiada, estaba desesperada, pero intentaba contener a la familia. A pesar de sus esfuerzos las humillaciones no tardaron en aparecer, el calzado se gastaba y ella no tenía condiciones para comprar lo que sus hijos necesitaban.
“En un momento me di cuenta de que me estaba acostumbrando a vivir así, entonces dije que no podía ser que continuara de la misma manera. Me faltaba techar una parte de la casa y no lo podía hacer. Entonces, una persona me invita a la Universal al ver lo mal que me encontraba. Al participar de las reuniones conseguí trabajo y perseveré hasta que se recompuso todo. Recuperé mi casa, pagué la deuda y tengo dos negocios prósperos. Estoy muy contenta, feliz, gracias a Dios mi vida cambió”, finaliza sonriendo.
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