Antes de conocer a Dios, Yésica y Jonatan tenían todo tipo de problemas, en la pareja, en la economía y lo peor era que la salud de su hija estaba en un estado delicado: “Nos llevábamos muy mal, no había relación, no había diálogo, ni compañerismo. Si hablábamos era únicamente para pelear.
A todo esto, estaba la enfermedad de mi hija, tenía fibrosis quística, no tenía cura, ella estaba al borde de muerte.
Un día conocimos la Universal y participamos de las reuniones con fe, perseveramos, no fue fácil. Hoy nuestras vidas están completamente transformadas. Mi hija está totalmente sanada, lleva una vida normal. Nos casamos y hoy somos muy felices, estamos totalmente transformados”, finaliza Yésica.
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