Bárbara y Ariel tuvieron una experiencia extraordinaria al participar de la Hoguera Santa: “A los nueve años de edad me diagnosticaron un glaucoma, una enfermedad progresiva e incurable, iba a quedar ciega. Me hicieron dos operaciones, me medicaban, pero nada dio resultado. Tiempo después tuve un accidente automovilístico en el que me fracturé la pelvis y, como consecuencia, quedé estéril, sufriendo mucho dolor. Mi esposo se sentía culpable por el accidente y empezó a tomar.
Por otro lado, no estábamos bien económicamente, él no tenía un trabajo fijo y dependíamos de los demás para poder comer y vestirnos.
Llegué a la iglesia usando un andador, porque los dolores eran tremendos. Para colmo no podía comprar el medicamento para los ojos y corría riesgo de perder la visión.
Hoy, gracias a Dios cambió todo. La fractura se soldó, no sentí más dolores, hoy camino bien, corro, salto, subo escaleras, el glaucoma desapareció, mi córnea está restaurada y también pude ser mamá. Mi marido dejó los vicios, no toma más alcohol, pudo abrir su empresa metalúrgica y ya no depende de nadie para trabajar. Logramos comprar nuestra casa y cuatro autos importados. Todo esto fue posible gracias al sacrificio en el Altar.
Además, en la Hoguera Santa del Templo de Salomón, sacrificamos y Dios nos dio lo que Le pedimos. Él logró cerrar contratos por un millón de pesos, pudimos escriturar nuestra casa, compramos un auto y tres terrenos, uno valuado en casi 4 millones de pesos y otros dos en un barrio privado. Nuestra vida cambió por completo”.
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