Entonces Samuel habló a toda la casa de Israel, diciendo:
“Si de todo su corazón se vuelven al SEÑOR, quiten de en medio de ustedes los dioses extraños y las Astartes, y preparen su corazón para el SEÑOR. Sírvanle solo a Él, y Él los librará de mano de los filisteos. Entonces los hijos de Israel quitaron los Baales y las Astartes, y sirvieron solo al SEÑOR. Y Samuel dijo:
Reúnan a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por ustedes al SEÑOR.
Se reunieron en Mizpa, sacaron agua y la vertieron delante del SEÑOR. Aquel día ayunaron allí y dijeron:—Hemos pecado contra el SEÑOR.
Y Samuel juzgaba a los hijos de Israel en Mizpa.
Cuando los filisteos oyeron que los hijos de Israel se habían reunido en Mizpa, los gobernantes de ellos subieron contra Israel. Al oír esto, los hijos de Israel tuvieron temor de los filisteos. Y los hijos de Israel dijeron a Samuel:—No ceses de clamar por nosotros al SEÑOR nuestro Dios, para que nos guarde de la mano de los filisteos.
Entonces Samuel tomó un cordero de leche y lo ofreció entero al SEÑOR, como holocausto. Samuel clamó al SEÑOR por Israel, y el SEÑOR lo escuchó. Y aconteció que mientras Samuel ofrecía el holocausto, los filisteos se acercaron para combatir contra los hijos de Israel. Pero el SEÑOR tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos. Él los confundió, y ellos fueron derrotados ante Israel. Los hombres de Israel salieron de Mizpa y persiguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Betcar. Luego Samuel tomó una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y la llamó Eben-ezer (PIEDRA DE SOCORRO), diciendo: —¡Hasta aquí nos ayudó el SEÑOR! Así los filisteos fueron sometidos y no volvieron más a invadir el territorio de Israel.” 1 Samuel 7:3-13
Si la persona cree en la Palabra de Dios y lleva una vida correcta, la victoria está determinada y no debe tener miedo.
Pero no debe solo orar. Orar es importante, pero es importante no tener miedo.
Dios en Su Palabra dice varias veces “NO TEMAS”.
También en Su Palabra encontramos muchas veces “NUNCA MÁS”.
Él le dijo a la higuera que “nunca más” daría frutos, los muros de Jericó no se levantaron “nunca más”.
Si alguien cree en la Palabra de Dios, el mal “nunca más” estará en su vida, ¡porque la Palabra de Dios es más fuerte!
El pueblo le pedía a Samuel que clamara, pero él sabía que eso no era suficiente, ¡no debía tener miedo y tenía que sacrificar!
La oración tiene que venir junto con el sacrificio.
Cuando uno se entrega a Dios, hace su sacrifico y clama, ¡no hay nada ni nadie que pueda impedir que Dios truene como lo hizo aquel día contra los enemigos de Su pueblo!
Eben-ezer fue el nombre que Samuel le dio a aquella piedra. Era una piedra de socorro.
Él colocó esa piedra para significar que el problema estaba terminado.
¡Y nunca más volvieron esos enemigos a perturbar al pueblo de Israel!
Piense en esto.