Lo que más escuchamos desde que nacemos es “no”, “calma”, “espere un poco”. Parece que la vida se compone solo de esperas, de negativas y de calma, mucha calma. Pero, ¿cómo tener paciencia cuando todo dice no, cuando las circunstancias parecen tan contrarias?
“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5:3-5
Son las dificultades las que producen perseverancia, es decir, generan persistencia, insistencia. Ese tiempo de insistencia es el que trae la experiencia, y ella lleva a la esperanza.
Sin embargo, el secreto de tener esperanza y paciencia delante de tantos problemas, es saber que Dios nos ama, y ese amor no nos confunde, o sea, somos capaces de tener paciencia para esperar, porque tenemos la certeza de que toda la tribulación es permitida para traer el aprendizaje y, así, vivir el milagro tan esperado.
Tener paciencia es un don de Dios, que Él derrama por amor, para que podamos vivir el milagro.
Entonces, cuando pase por algún momento difícil, por circunstancias que señalan más problemas o para la falta de resolución, solo tenga fe, porque el milagro está cerca. Basta solo persistir, vivir las experiencias de la ocasión, pero siempre firme en que la promesa llegará.
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33