Es necesario tener cuidado para no crear un clima de competencia entre todos
Según la psicóloga Cecilia Zylberstajn, la participación de la madrastra y del padrastro en la educación del entenado depende del acuerdo entre la pareja. “La educación del hijo es básicamente de valores. Claro que el compañero puede tener valores parecidos, pero esta autorización de participar o no, depende de lo que la pareja combinó.”
Debido a que compañeros son considerados figuras parentales, aún no siendo padres biológicos, pueden corregir al niño, en la ausencia del padre o de la madre. “Él es un adulto responsable por el niño. Y la autoridad que tendrá sobre él y el aval para una posible corrección vendrán de los padres”, explica Cecilia.
Es por eso que hay un límite en esta interferencia. “El padrastro y la madrastra no pueden influenciar en la educación del entenado, si eso no estuviese de acuerdo con lo que la pareja decidió que el otro podría hacer en su ausencia o cuando percibiese algo malo”, apunta la psicóloga.
Y aún cuando sean un factor importante en la educación del niño, los compañeros deben actuar con cautela. “Tiene que conversar con su pareja, explicarle lo que vio de malo y discutir qué hacer. Por no ser considerado un hijo, la intervención o corrección no puede pasar por encima de los padres”, especifica.
Según Cecilia, se debe tomar cuidado para no crear un clima de competencia entre todos. “Si hay una espacio mayor para que la madrastra o el padrastro interfiera en la educación, habrá una competencia entre ellos, para llamar la atención de la persona en común. Es una situación difícil de lidiar y que puede terminar con la relación familiar.”
En armonía
La psicóloga resalta que lo importante es que todos tengan al niño como prioridad. “Si eso sucede, si los compañeros están juntos para transformar y construir, toda la educación se vuelve positiva. Tener opiniones diferentes sobre determinado asunto no quiere decir que es lo correcto o lo incorrecto”, finaliza Cecilia.