Muchos padres hacen lo que pueden y lo que no pueden para proteger a sus hijos de los problemas. Y ese comportamiento no es algo particular solo del ser humano, incluso entre los animales el instinto protector habla más alto. Sin embargo, es necesario ser consciente de que no siempre evitar que un hijo pase problemas es el mejor camino. Eso se debe a que las marcas de los padres que exageran y sobrepasan los límites, cuando el tema es proteger al hijo del mal, pueden influir negativamente en el proceso de aprendizaje, y dar como resultado adultos rebeldes, generando dificultades para enfrentar cualquier adversidad en la vida.
“El padre y la madre que sobreprotegen tienden actuar a partir de un miedo, principalmente por temer que lo peor le pueda suceder a su hijo. El objetivo principal en esos casos es que el hijo no pase por dificultades. Pero tenga cuidado, ese estilo parental termina siendo más perjudicial que beneficioso”, explica el conductor del Programa The Love School – La Escuela del amor, Renato Cardoso. Según él, por lo general los padres suelen reproducir la crianza que recibieron y no se preguntan si es la forma correcta de hacerlo.
El mayor problema ocurre a partir del momento en el que las ideas de ambos lados, paternas y maternas, no se cruzan, dejando explícito el desencuentro de información. “Cuando uno de los padres es más riguroso y el otro no muestra tanto control, siempre el villano es el controlador, es quien tiene más firmeza. La cuestión es que cuando no hay acuerdo, los hijos quedan divididos y siempre buscan una brecha para sacar ventaja de la situación, por eso, la pareja tiene que llegar a un acuerdo, deben conversar y aliarse”, enseña el conductor.
Aprenda de quienes ya pasaron por esa situación
La secretaria ejecutiva, Andréa Amaral, era tildada de madre sobreprotectora. “Yo no encontraba en mi hijo Marcelo ninguna condición para dirigir su propia vida, ser responsable, consciente del mundo en el que vivimos y apto para tener la libertad que mi esposo quería darle, que en el caso, fue la crianza que tuvo”, cuenta.
De acuerdo con Marcelo Amaral, de 20 años, hijo de Andrea, al sentir algún dolor en la escuela, cuando él menos lo esperaba, su madre ya estaba en la puerta del salón de clases. Y eso se extendía hacia todas las situaciones. “Yo no podía salir con mis amigos, comencé a hacerlo solo cuando cumplí la mayoría de edad, porque mi madre me cercaba mucho. Hoy estoy aprendiendo ciertas experiencias, porque no pude desarrollarlas antes. Por otro lado, mi padre era más tranquilo, eso generaba un conflicto entre los dos.”
Andrea explica que no tenía la intención de ser una madre sobreprotectora, pero estaba segura de que si le daba demasiada libertad, su hijo iba a cometer tonterías. “Él era inmaduro y tenía una personalidad muy fuerte”, cuenta. Marcelo completa diciendo que era muy controlado y, por eso, era motivo de burlas entre sus amigos, que lo discriminaban.
La transformación de la familia, padres e hijo, sucedió con las reuniones de la Universal. “Mi marido y yo comenzamos a unirnos con respecto a la manera de dirigir la crianza de Marcelo. Cuando nos poníamos de acuerdo sobre la actitud que debíamos tomar ante alguna situación, todo salía bien. Juntos comenzamos a explicarle y mostrarle el camino de una vida prometedora y no de derrotas. Dejé de ser “un general”, aprendí a controlarme más, ser paciente y más reflexiva”, explica.
Así como sucedió con esta familia, usted también puede encontrar el equilibrio en su hogar, basta buscar ayuda en el lugar correcto. Por eso, si está pasando por una situación parecida, participe en la Reunión de la Familia, todo los domingos a las 9:30 en la Universal más cercana a usted. Encuentre las direcciones, ingresando aquí.
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