“Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.”, (Salmos 119:133)
La palabra de Dios es tan eficaz que cambia nuestros pensamientos y deseos. Es así que podemos tomar buenas decisiones y el mal deja de dominarnos. De esa manera, nos volvemos libres de la esclavitud del pecado que impera en este mundo.
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