Cuando vencemos las tentaciones y expulsamos al diablo, le cerramos la “boca” con nuestra vida, ¡no necesitamos hablar mucho! Permanecemos en el poder del Espíritu, siendo la propia fuerza de Dios, haciéndonos escogidas cada día. Todas las personas a su alrededor sabrán que usted ya no es más la misma, porque venció.
Y esto, no teóricamente, sino con su vida. “Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.”, (Lucas 4:15). ¿Qué gloria es esa? La gloria de la admiración de todos, porque algo más allá se emana a través de Sus Palabras. Esta era Su gloria. Lo que recibía como recompensa en ese momento era el hecho de saber que las personas estaban siendo ayudadas.
Vea cuán puras son las cosas de Dios: no hay malicia, egocentrismo u orgullo, sino que producen vida para todos. Cuando usted vence sus luchas, tendrá experiencias que la marcarán y la harán desenvolverse, crecer y madurar. Las experiencias fortalecerán nuestra fe y probarán que nuestra creencia es real. Dios no quiere que vivamos ansiosas, sino que espera confianza, dependencia, que tengamos nuestra vida enteramente a Su disposición.
Si permanezco atareada constantemente, ¿cómo puedo amarlo? ¿Se acuerda de Marta, que estaba muy atareada, aun queriendo servir a Dios con su mejor? Dios no quiere solo nuestro servicio. Él no nos usa, como hace el mundo, y nos echa fuera. Sino que construye algo dentro de nosotras, en el momento justo.