La Biblia dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios…”, (Hebreos 11:6). Si usted quiere agradar a Dios tiene que usar la fe, porque ella nos hace llegar delante del Altísimo. ¿De dónde viene la fe? Del propio Señor Jesús, Quien es el Autor y Consumador de la fe.
Pero no sirve que tenga la fe, el Espíritu de la Fe, si usted no hace nada. Eso es lo que dice el apóstol Santiago: “…la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”, (Santiago 2:17). Es decir, sin actitud, sin acción, sin obediencia, sin práctica la fe no vale nada.
No sirve que usted tenga fe, porque si no obedece al Espíritu de la Fe, si no pone en práctica su fe, es como un cuerpo muerto, sin espíritu. Y un cuerpo sin espíritu no tiene razón de ser. Puede hasta ser un cuerpo perfecto, pero si no tiene espíritu, no funciona.
Otra cosa: la fe es personal, es individual. No soy yo quien tiene que decirle: “Haga esto, haga aquello”, sino el propio Dios.
Dios le dijo, a través de Moisés, a Su pueblo: “Si oyeres atentamente la voz del Señor, tu Dios…”, (Éxodo 15:26). Esa voz es, para nosotros hoy, la voz de la fe, la voz del Espíritu Santo. Usted no puede vivir dependiendo del pastor de la iglesia, o de quien sea, tiene que estar bajo la dependencia exclusiva de la voz de Dios.
Usted no puede preguntarme: “Obispo, ¿qué hago?”. Tiene que ir en su fe. Entonces, busque oír la voz del Señor, su Dios. Es el Espíritu de la Fe quien puede decirle lo que debe hacer.
Todo el tiempo usted tiene que tomar decisiones, ¿no es verdad? En todo momento tiene que tomar actitudes, usted tiene que ir hacia la derecha o hacia la izquierda, avanzar o volver atrás, en fin. Si usted oye la voz de la fe, la voz del Espíritu Santo, su decisión será la correcta.
Usted sabrá lo que tiene que hacer, y no le tiene que preguntar a nadie, si usted puede, debe o no hacerlo. Es decir, la voz de la fe hace que usted sea libre. A no ser que usted quiera caminar con una muleta, o quiera apoyarse en alguien. Debe caminar por su propia fe. Tiene que ser libre para actuar y tomar posesión de aquello que Dios le dice.
Es usted quien tiene que resolver sus problemas. ¿No tiene fe? ¿Dios no está con usted? Entonces, resuelva su problema.
Usted no tiene que poner su problema en las espaldas del obispo, del pastor, de quien quiera que sea. Usted no tiene que poner sus problemas en las espaldas de su papá, de su mamá, de sus hijos, de los parientes, de los amigos, de los conocidos. Por eso a mucha gente le fue mal.
Todos nosotros tenemos una fuente inagotable de respuestas para nuestras necesidades, para nuestros problemas, para nuestras situaciones. Dios permite que enfrentemos problemas para que recurramos a Él, y Le preguntemos: “¿Señor qué hago?”.
La fe no es para que usted siga a una religión, no es para que usted siga a una tradición, no es para que usted siga al pastor, al obispo, al Papa o a quien sea. La fe es para que usted tenga una dirección en su vida y para que haga la elección correcta y viva la vida abundante que el Señor Jesús ha prometido.
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