Aún siendo un recién nacido, fui presentado por mi abuela a una entidad conocida como “Maria Padilha”. Con solo 13 años comencé a sentir una fuerte atracción por los hombres, principalmente más grandes que yo.
A esa misma edad, decidí huir de mi casa con un muchacho de 23 años. Comencé a tener relaciones con él y a involucrarme sentimentalmente, creyendo en su promesa de huir y ser felices juntos. Sin embargo, esa fuga no duró más que 24 horas.
Debido a mi entrega a la homosexualidad e intento de fuga, mi padre, con quien no tenía una buena relación, me amenazó con matarme si continuaba en esa práctica. Eso ayudó aún más a encaminarme en ese nuevo mundo, pues, a partir de eso, comencé a tener relaciones sexuales con traficantes y a consumir marihuana y cocaína frecuentemente.
Mis hermanas me hablaban de Jesús, pero no aceptaba, y además peleaba con ellas, y la relación con mi padre era cada vez peor. Por todo eso, decidí entregarme a los espíritus.
Estuve durante un periodo recluido, encerrado en un cuarto sucio, con mal olor, tomando un agua inmunda y sufriendo varios cortes por el cuerpo, que también fue todo raspado. Estuve tanto tiempo distante, que mis hermanos y familiares me buscaron en todos los lugares posibles, inclusive, en todas las casas de espíritus de la religión, y aun así no tuvieron ninguna información.
Cuando salí de ese cuarto, ya tenía mi cabeza hecha para el espíritu y estaba decidido a convertirme en una “Drag Queen” (transformista), asumiendo así la identidad de “Safira Sacarolly”. Aproveché la primera oportunidad en el carnaval, y eso me motivó a entregarme a la prostitución. Creé una página en internet y en Facebook para que los clientes accedieran y contrataran mis servicios.
La prostitución pasó a ser una dependencia para mí. Dejó de ser una fuente de ingresos para ser un círculo vicioso, tanto, que me relacionaba incluso con los sacizeiros (consumidores de crack) por las calles. El vicio era tan grande que, si un hombre no aceptaba acostarse conmigo, yo hacía un trabajo junto a los espíritus para tenerlo. No importaba quién era; mi deseo era tan solamente satisfacerme.
Vicio por sexo, drogas, soledad, tristeza, amargura, rencor… Había tantas cosas sobre mí que ya no aguantaba más cargar aquel peso constante en mi vida. Lo peor es que veía a mis hermanos felices, concurriendo a la iglesia, al mismo tiempo que mi vida estaba completamente destruida.
Mientras tanto, mi madre hacía constantemente propósitos de fe para que me liberara de ese submundo.
Después de casi morir en manos de un traficante y de ver la muerte bien de cerca debido a una puñalada en la pierna, cerca de la vena femoral, me di cuenta de que necesitaba tomar una decisión, y decidí cambiar mi vida.
Volví a casa, comencé a ir a la iglesia y, para estar seguro de lo que quería, acepté la invitación de concurrir a las conexiones FJU. Allí aprendí qué hacer para encontrar un verdadero sentido para la vida. Abandoné la prostitución, los vicios, las malas amistades y el rencor. Me reconcilié con mi padre. Fui bautizado en las aguas, y en una vigilia de la Fuerza Joven Universal tuve mi encuentro con Dios y recibí el Espíritu Santo.
Hoy ya no soy más “Drag Safira Sacarolly”. Soy un hombre de Dios, David dos Santos Nascimento, y mi placer es servir a mi Señor.
David dos Santos
Colaboró: Obispo Marcello Brayner