Olga sentía que su vida era un fracaso. Estaba encerrada en su habitación, a oscuras, no quería hablar con nadie, lo único que la consolaba era el alcohol, por lo menos la hacía olvidar su dolor por unas horas. Su pequeño hijo observaba la triste escena con mucha impotencia. Fabián su marido trabajaba de noche y casi no cruzaba palabras con su familia, cuando él y su esposa hablaban era para discutir por los problemas económicos. El vínculo familiar se deterioraba día a día.
Pero una invitación especial fue el comienzo de la solución para sus vidas…