Gustavo llegó a su casa decidido, durante mucho tiempo había intentado no llegar a ese punto, pero ya no había salida. Gabriela estaba sentada y escuchó a su novio decir que la relación ya no daba para más. Su estómago estaba revuelto, sentía que le faltaba el aire, él era todo para ella y si lo perdía pasaría a no tener nada. Entonces le dijo que ella podía cambiar, que podía dejar de ser tan celosa y obsesiva, que no podría vivir sin él, que él era el amor de su vida, que no la dejara.Lloraba sin parar, sus nervios estaban destrozados, pero él no podía ceder, cada vez que se peleaban ella lo golpeaba y él se contenía para no lastimarla, ya no estaba dispuesto a seguir soportando esa situación, pero la amaba tanto como ella a él.
En el momento que estaba a punto de perdonarla sacó fuerzas de su interior y le dijo firmemente que todo se había terminado. Sin embargo, ella no se resignó, gritó que si la dejaba iba a matarse tirándose bajo el tren, él no le creyó y dejó que se fuera. La estación estaba cerca, Gabriela estaba desesperada, no lo dudó, esperó unos minutos hasta que escuchó el ruido del tren. En ese momento Gustavo, que había decidido seguirla, la abrazó y la sacó de las vías. Necesitaban ayuda, su relación estaba destruida, pero aún se amaban, entonces él recordó una invitación que cambiaría sus vidas:
Este domingo a las 9:30 o puede venir a las 7:30, 15 y 18 hs participe de los Domingos de la Familia en Av. Corrientes 4070, Almagro, y participe de una oración por sus seres queridos.