Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero Yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Mateo 5:27-29
Yo era un adolescente cuando encontré este pensamiento de Jesús por primera vez. Me sentí como se deben haber sentido todos los hombres que ya leyeron eso: el mayor adúltero en la faz de la tierra. Al final, la vida de un muchacho adolescente consiste, básicamente, en mirar y desear a todas las mujeres que no sean su madre, abuela, hermana o la Señora Megera – aquella profesora en la escuela que ni Frankenstein quiere como amiga. (Por alguna razón, toda escuela tiene una Señora Megera. Cosa de otro mundo.)
“¿Pero por qué?” – yo me preguntaba con voz de niño que quería comer el dulce antes del almuerzo y la madre no lo dejaba. No entendía por qué Jesús nos había dado un golpe tan duro a los hombres. Y fui reacio a eso por mucho tiempo.
Eventualmente entendí que la idea es “no comenzar lo que usted no puede terminar” o “no comenzar lo que va a terminar en algo de lo que usted se va a arrepentir”. Y eso se aplica tanto a los hombres como a las mujeres, pues cuando él expandió el pensamiento, habló de arrancar el ojo o la mano para que no lo lleven a usted a pecar por entero.
Cortar el mal por la raíz siempre es la mejor estrategia. Si usted realmente no va a acostarse con aquella persona, ¿por qué desearla en su corazón? ¿Solo para sufrir? ¿Para separarse emocionalmente de su cónyuge? ¿Para dar a luz ese deseo, cometer adulterio de hecho y terminar con su matrimonio? ¿No es mejor entonces no desear?
Note, sin embargo: Jesús no condenó el mirar, y sí el desear. Quien tiene ojos, inevitablemente mira y nota a otra persona, pero no va más allá. Si el notar progresa hacia el desear, entonces es mejor “arrancarse el ojo”, como dice. O sea, entonces es mejor ni mirar.
Aplicación: Identifique las pequeñas actitudes o pensamientos que le llevan a errores mayores. Córtelos por la raíz.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
[related_posts limit=”7″]