Yo soy; no temáis. Juan 6:20
Los doce discípulos cruzaban el Mar de Galilea en un barco, a la noche, sin Jesús. El Maestro Se había quedado atrás, en el monte, para orar. De repente, un viento fuerte comenzó a soplar y a levantar las olas. Los discípulos ya habían remado unos cinco o seis kilómetros, cuando vieron a Jesús caminando por encima del agua y llegando cerca del barco. Y sintieron mucho miedo porque en el medio de la noche y de la tempestad no Lo reconocieron. Ya no bastaba la tempestad, ¡ahora un fantasma!
Entonces, Jesús los consuela y dice: “Yo Soy. No temáis” Lo recibieron a bordo e “inmediatamente el barco llegó a su destino.” (v. 21)
Note que la tempestad comenzó de repente. Hasta entonces, la travesía de los discípulos proseguía sin mayores problemas. Ellos no habían previsto aquel cambio en el tiempo. Ahora, se encontraban en el medio de una tormenta en el mar. A veces zarpamos en dirección hacia alguna conquista y en el medio del camino aparecen adversidades inesperadas. El matrimonio estaba yendo bien, de repente una crisis. La economía y los negocios iban viento en popa, hasta que de la nada un revés sacude su barquito. Usted se ve en la oscuridad. Y para ayudar, los “fantasmas” – problemas encima de problemas – comienzan a aparecer.
Los discípulos deberían haber recordado, así como nosotros, que Jesús estaba en el monte orando por ellos. Él intercede al Padre por nosotros. En este exacto momento, si usted está en el ojo de la tempestad, Él está no solamente orando por usted, sino moviéndose en dirección a su barquito para ayudarle. Cuando la noche está más oscura, el mar más áspero, e incluso los fantasmas empiezan a aparecer, Él le dice: “Yo Soy. No temas.”
Recíbalo en su barquito e inmediatamente llegará a su destino.
Aplicación: No mire a lo que está sucediendo sino a lo que va a suceder. Que no se llene su corazón de miedo sino de fe. Él está en su barco.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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