El pensamiento es como el timón de un navío. Un mínimo de inclinación ya es suficiente para desviarlo del camino.
Cuando sujetamos el raciocinio al pensamiento de alguien, dirigimos el timón de nuestro barco de la vida de acuerdo con la vida de esa persona. Si esa persona camina a ciegas en este mundo, también estaremos siguiendo el mismo destino.
Cuando sujetamos el raciocinio a los pensamientos del Creador – fe bíblica – establecemos la ruta segura para el destino feliz. Si no hay un desvío hacia la derecha o hacia la izquierda, Su Palabra garantiza alcanzar la Tierra Prometida.
Quien quiera, haga la prueba.
No se trata de seguir una religión, filosofía o cosa parecida, sino del uso de la inteligencia. La Biblia abarca parte de la sabiduría del Creador y, quien usa esa sabiduría, aunque sea el mínimo, extraerá de allí la plenitud de vida.
Cuando pienso y practico los pensamientos del Eterno, desprecio ideas, consejos y pensamientos fútiles y vacíos de este mundo; elimino dudas y miedos de fracasos.
Hay seguridad, hay certeza en mi caminar (navío), con o sin tribulaciones (tempestades) porque no dependo de lo que siento o lo que dejo de sentir, sino de lo que está escrito. Las promesas del Todopoderoso me garantizan llegar a puerto seguro.
La fe inteligente siempre nos remite hacia adelante.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8
En otras palabras:
Por lo demás, amigos, todo lo que es falso, todo lo deshonesto, todo lo injusto, todo lo impuro, todo lo que es odioso, todo lo que es de mala fama, si alguna deshonra hay y si algún desprecio existe, sea eso expulsado de su pensamiento.