Las personas que se inician en el mercado con proyectos propios promedian los 37 años y cuentan con un trabajo estable que les permite solventar sus iniciativas Maduros, sin pareja formal y con trabajo en relación de dependencia son las características de los emprendedores que mayor compromiso muestran con sus proyectos de la Ciudad de Buenos Aires.
El Instituto Universitario Escuela Argentina de Negocios (IUEAN) elaboró una investigación sobre las características de los emprendedores de la ciudad de Buenos Aires, que reveló que los emprendedores porteños se caracterizan por ser gente madura, cuyo promedio de edad ronda los 37 años; sin pareja formal y con un trabajo en relación de dependencia, que muchas veces los ayuda a solventar y dar continuidad a su proyecto.La investigación del IUEAN se centró en un grupo de emprendedores que se anotaron en Desarrollo Emprendedor 2009, un programa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que busca ayudar a llevar a cabo nuevos emprendimientos, que alcanzó inicialmente a 2148 personas.
De estos, se tomó una muestra que abarcó a 70 de esos potenciales empresarios. Durante el desarrollo del programa en 2010, 30 abandonaron y 40 llegaron a la segunda fase, en la que debían elaborar un plan de negocios formal.El IUEAN con esta investigación buscó describir las diferencias que presentaban este grupo de emprendedores que se mantuvieron en el programa. Para ello se realizó una encuesta entre marzo y agosto de 2010.Estuvieron a cargo de la encuesta el vicerrector de investigación del IUEAN Guillermo Ondarts y los profesores Juan Collia y María Salvo.
Principales resultados:
Emprendedores Maduros. La edad promedio de los emprendedores inicialmente en el programa había sido de 34 años, mientras que la de los que avanzaron hasta la segunda etapa y se mostraron más consistentes con su iniciativa subió a 37 años. El segmento etario mayoritario al llegar a esta fase fue el de 31 a 40 años (43%). Mientras, la mayor deserción se manifestó entre las iniciativas de los más jóvenes (de 20 a 30 años) y la mayor permanencia en el estrato de mayores de 50.
Emprendedores sin pareja formal. Los solteros pasaron del 38 % al 41% en la segunda fase del programa, mientras los casados bajaron del 49 al 38 por ciento.Así, los solos – solteros, separados, viudos, etcétera- mostraron mayor continuidad, aumentando su participación relativa, con lo que el matrimonio parecería incidir negativamente en la posibilidad de que las personas concreten su emprendimiento.
Con trabajo en relación de dependencia. Mientras el matrimonio sería un obstáculo para desarrollar una iniciativa emprendedora, el estar trabajando no parecería serlo: el 89% de los que continuó en la segunda fase del programa trabajaba, mientras que al principio este porcentaje era de sólo el 78%, lo que indica una mayor deserción entre los que no trabajan.Puede conjeturarse que quienes están trabajando cuentan con una mayor regularidad en su vida, en sus rutinas, incluyendo un ingreso periódico, que les permite sostener en el tiempo la iniciativa de emprender y costear el proyecto.
¿Qué los detiene? Los obstáculos que percibe el emprendedor son diversos. La falta de capital, el más señalado, afecta a algo más del 20 por ciento. Mientras, el mercado, sumando las respuestas que señalan la falta de perspectivas de ventas (12%) y la competencia (12%), parecería el mayor obstáculo (24%).
El tercer factor más mencionado es la situación del país, que presumiblemente afecta la confianza en el futuro.Rubro del proyecto. En la muestra original predominaron los proyectos tecnológicos, industriales y de servicios personales. La pauta no se modificó en el grupo que continuó con el programa.
Los proyectos del grupo se refirieron predominantemente a tecnología (22%), industria (16%) y servicios personales (16%), con prácticamente los mismos porcentajes.
Sin diferencias de género. La participación de hombres y mujeres se mantuvo muy equilibrada, siendo la relación 51% femenino/49% masculino. Es decir, hay prácticamente igual cantidad de interesados en iniciar nuevos proyectos mujeres que hombres, y los dos sexos manifestaron la misma tasa de deserción temprana.
El sexo no parece influir en la continuidad en la participación en el programa, lo que podría ser un indicio de que tampoco incide en la supervivencia de los proyectos.
Nivel de estudios. Tampoco se modificaron de una medición a otra los porcentajes de emprendedores con estudios. Los participantes con estudios de grado son la amplia mayoría (67%), 35% de terciarios y 32% universitarios, porcentajes similares a los registrados al comienzo del programa.