«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada podéis hacer.» Juan 15:5
El Señor Jesús hizo maravillas, curó, liberó a las personas, multiplicó los panes y los peces, caminó sobre las aguas, sin embargo, para que la persona lleve el fruto de Su gozo, es necesario que tenga Su Espíritu.
Porque los milagros los podemos alcanzar por medio de la fe, un claro ejemplo de eso son los miles de testimonios que las personas contaron al ungirse con el Aceite de Señales y Prodigios durante estas últimas diez semanas. Testimonios como la cura de enfermedades incurables, el pago de deudas impagables, la cura de la depresión, las adicciones, la restauración familiar, entre otros. Incluso personas que estaban perturbadas mentalmente experimentaron la liberación de esa opresión, gracias al uso de la fe y a la intervención Divina, es decir, dieron mucho fruto.
Sin embargo, a pesar de los muchos milagros, el Señor Jesús quiere que el ser humano tenga Su gozo, y esto solo les es posible a los que permanecen en Él, no a los que solo Le dan crédito y Lo buscan únicamente para superar sus problemas, realizar sus sueños o alcanzar sus objetivos personales.
Por eso, Él dijo:
«Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos…» Juan 15:5
nosotros dependemos de Dios y no Él de nosotros. También dijo:
«… el que permanece en Mí…» Juan 15:5
es necesario depender de Él. Cuando la persona no depende del Altísimo, su vida está en constante altibajos.
«… el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto…» Juan 15:5
La palabra fruto está en singular, porque es un solo Espíritu que, cada fruto de los nueve que hay, revela el carácter de Dios. Él es Dios de abundancia y esta empieza en el espíritu, en la razón, en el entendimiento y en el intelecto, que se reflejan en el alma y en las demás áreas de la vida, como familiar, social, profesional, amorosa y económica.
«… porque separados de Mí nada podéis hacer.» Juan 15:5
Hay personas que intentan cambiar y mejorar, pero les falta permanecer en Jesús. Jesús existe y nunca dejó de existir, incluso desde antes de la creación del mundo; Él quiere estar en usted y espera que permanezca y obedezca Su Palabra. Obedecer la Palabra de Dios es oponerse a la propia voluntad, porque esta contraría Su Palabra.
«Si alguno no permanece en Mí, es echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen, los echan al fuego y se queman» Juan 15:6.
No importa el título que tenga, el que no permanece en Jesús es expulsado, no por Dios, sino por la propia persona, porque se incomoda y se va a causa de la justicia, la disciplina y la verdad.
«Si permanecéis en Mí, y Mis Palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.» Juan 15:7
Si usted está en Él y Sus Palabras están en usted, no pedirá lo que quiere o desea, sino lo que Él ha Prometido, lo que Él quiere, que es mucho mejor que lo que usted ha planeado, deseado o soñado.
«En esto es glorificado Mi Padre, en que deis mucho fruto, y así probéis que sois Mis discípulos.» Juan 15:8
Dios es glorificado cuando la persona da mucho fruto, y prueba que es discípulo cuando obedece y practica la Palabra de Dios en los momentos de tristeza, alegría, guerra y paz; también cuando es exaltado o humillado.
«Como el Padre Me ha amado, así también Yo os he amado; permaneced en Mi amor.» Juan 15:9
Aquí Jesús dice lo que está escrito en Juan 3:16-17:
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga Vida Eterna». Juan 3:16-17
Aquí Jesús dice lo que está escrito en Juan 3:16-17: En otras palabras: «El que Me ama como Yo amo al Padre, se entrega. Así como Yo fui enviado por el Padre para amarlos y salvarlos, reciban al Espíritu Santo, sean blindados y den mucho fruto»
«… permaneced en Mi amor» Juan 15:9
la palabra amor en el griego original significa fidelidad y no corazón. Para Dios, amor es dar, sacrificar, renunciar, hacer el bien sin mirar a quién, ayudar a las personas a nuestro alrededor, crean, merezcan, agradezcan o no, porque la recompensa no está en este mundo, sino en el Cielo.
«Si guardáis Mis mandamientos, permaneceréis en Mi amor, así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor. Estas cosas os he hablado, para que Mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea perfecto.» Juan 15:10-11
El gozo es más que alegría. Las alegrías vienen y van, porque dependen de momentos agradables, como en familia, en la economía. Sin embargo, el gozo no depende de personas, cosas o lugares, este es el Espíritu Santo, y está en la persona dondequiera que ella esté, es la alegría de la Salvación.
Cuando la persona tiene gozo, aun con problemas, su gozo no es sofocado. Esto es lo que Jesús quiere, que usted permanezca en la Palabra, practique la Palabra, acepte hacer Su voluntad, contraríe sus manías, sus voluntades, sus tradiciones, sus amistades, para que tenga el gozo, para que sea feliz y sea hijo de Dios, que es lo más sublime y maravilloso que el ser humano puede alcanzar en esta vida.
Jesús también dijo:
«Este es Mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como Yo os he amado», Juan 15:12.
Obispo Júlio Freitas