Un estudio de una prestigiosa clínica estadounidense ha vuelto a poner sobre la mesa los riesgos del “piercing”, una práctica muy extendida hoy en día entre los jóvenes de todo el mundo. Hasta hace poco, los lóbulos eran prácticamente la única zona del cuerpo que se perforaba, pero ahora no es extraño ver ombligos, cejas, lengua y labios adornados con anillos y pendientes. El desconocimiento y el escaso control al que se somete a los establecimientos que practican el “piercing” ha extendido a prácticas que pueden considerarse nocivas para la salud. Los estudios también llegaron a la conclusión que los piercings que se colocan en la lengua provocan graves infecciones en la boca.
No existen cifras estadísticas fiables sobre su implantación real, pero es una evidencia que la afición al piercing y los tatuajes han experimentado un gran impulso durante los últimos años. Sin embargo, ambas prácticas presentan en común que introducen elementos extraños en el organismo atravesando la barrera de protección del mismo, que son la piel y las mucosas, lo que supone un riesgo de complicaciones e infecciones, en algunos casos de repercusiones muy negativas sobre la salud.
Las complicaciones más frecuentes de estas prácticas son las infecciones locales que se manifiestan con dolor, hinchazón, enrojecimiento y pus. También las alergias debidas a las tintas utilizadas en el tatuaje y la micropigmentación o por el material de las piezas utilizadas en el piercing. Asimismo, pueden presentarse alteraciones relacionadas con la parte del cuerpo involucrado; las más habituales las alteraciones bucales derivadas de los piercing orales, y la aparición de queloides por heridas mal cicatrizadas.
Las personas que cuentan con un piercing en su lengua, pueden desarrollar a futuro problemas con los dientes, creando huecos entre sus dientes frontales. Además de este inconveniente, la gente puede presentar infecciones graves e irreversibles.
Las alérgicas al níquel y las que tengan acné, cuentan con más probabilidades de sufrir infecciones creando huecos entre los dientes frontales.
Pero tampoco hay que olvidar las posibles infecciones de transmisión hemática como la hepatitis B, C, D, el SIDA, y el tétanos, son las más peligrosas. Por ejemplo, se debe considerar que el riesgo potencial a infecciones de transmisión hemática que tienen estas prácticas hace que el usuario de las mismas no pueda donar sangre durante un año.