Tener fe no es lo mismo que confiar en Dios, explicó recientemente en su blog el obispo Edir Macedo. “La fe es tener la convicción de lo que aún no existe. Es más fácil tener fe. Una persona puede convencerse de que se curará y, de esta manera, obtener la cura, no obstante, una cosa es que usted tenga fe para alcanzar las bendiciones, y otra es que tenga la confianza para mantenerlas”, afirmó. Y siguió diciendo: “Usted sabe lo que es la fe. Todo el mundo la tiene para poder tomar posesión de todo. El Señor Jesús curó a diez leprosos (Lucas 17), y de ellos solo uno volvió para reconocer a Aquel que realizó el milagro. Todos tuvieron fe para curarse, sin embargo, solo uno tuvo la confianza para mantener la cura”.
El obispo ilustra este tema haciendo una comparación con el funcionamiento de una aeronave: “Un avión despega. Es como si necesitara fe para despegarse del suelo, pero, para mantenerse arriba, en el aire, debe confiar. Muchas personas que no tienen al Espíritu Santo solo entienden la fe y no la confianza. Ellas despegan, aunque pueden caer en cualquier momento. Las personas que tienen al Espíritu Santo entienden lo que es tener ambas, mantienen la velocidad del crucero y llegan seguras al destino”.
Enfoque equivocado
En Mateo 6:31-33, la Biblia nos muestra cuál es el secreto para mantener la confianza: “Por tanto, no os preocupéis, diciendo: ‘¿Qué comeremos?’ o ‘¿qué beberemos?’ o ‘¿con qué nos vestiremos?’. Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis de todas estas cosas. Pero buscad primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Es decir, es necesario no estar ansioso para mantenerse confiando.
De acuerdo con el obispo Macedo, “el que tiene su enfoque solo en las bendiciones no hace lo que es correcto”. Y resaltó que “por la fe, usted conquista el Reino de Dios, tiene carácter, justicia, verdad, dignidad, hombría, es marido de una sola mujer, es mujer de un solo marido, es leal, fiel, etc. Por la fe, usted obedece la Palabra de Dios y anda en la justicia, en cambio, en la confianza, usted espera, y las cosas se añaden a su vida día tras día”.
El obispo ejemplificó con su propia vida: “Yo mismo recibí al Espíritu de Dios a los 19 años. Mi mayor sueño, a partir de ese momento, era ganar almas. Yo no quería otra cosa. Puse toda mi fuerza y todo mi corazón en eso, sin embargo, era muy joven, soltero, necesitaba una auxiliadora para alcanzar mi objetivo, y solo lo logré a los 32 años, cuando me despojé de mis sueños personales y del trabajo secular”.
Fueron 13 años de espera, resalta el líder espiritual de la Universal: “Dios me fue moldeando y pasé dificultades. Después, me casé, y los problemas económicos se duplicaron y quintuplicaron cuando llegaron los hijos. Aun así, en ese periodo, mantuvimos nuestra confianza. Conservamos nuestra esperanza de un día ganar almas. Yo no trabajaría más para los hombres, para mi familia, para mí mismo, sino solo para mi Dios, sirviéndolo en tiempo completo”.
Durante esos 13 años, el obispo mantuvo la confianza: “Aún no tenía la fe del sacrificio total, la fe agresiva, de buscar la posesión de lo que se prometió. En ese periodo, puse en acción lo que Salomón dice en Proverbios 14:26: ‘En el temor del Señor hay confianza segura, y a los hijos dará refugio’. En el temor del Señor, Lo obedeceré. El que Lo teme huye del pecado, sabe esperar, no es impaciente ni ansioso”.
La seguridad de la confianza
El obispo destaca la palabra “seguridad” en el versículo de Salmón: confianza segura. Si esta falla, todo lo que se alcanzó puede perderse. El que no está seguro en la fe vuelve a las trampas del pecado, de lo que lo aparta de Dios, y, lejos de Él, ¿cómo tener fuerzas para proteger lo que se alcanzó y mantener sus bendiciones? ¡Imposible!
De acuerdo con la explicación del obispo Macedo, los pecadores también alcanzan lo que quieren, no obstante, como es de esperarse, conquistan de manera incompleta o luego pierden lo que conquistaron. Por ejemplo: muchos se casan, sin embargo, por no tener la dirección de Dios, la relación es turbulenta. Otro ejemplo son los que fueron curados de enfermedades graves, pero, al no obedecer, tienen miedo de que la enfermedad regrese. Y están los que consiguen un buen trabajo, pero, al no tener disciplina en la fe, caen en las trampas, como la vanidad o la ganancia, y pierden el trabajo que tanto soñaron.
Los ejemplos de personas que tienen fe para conquistar, y no la confianza para mantener, son innumerables y abarcan todas las áreas de la vida. Con todo, el que tiene confianza y permanece en el camino de Dios cuenta con Su Protección y no defiende lo suyo solo con la fuerza humana. Si el mal quiere alcanzar de alguna forma a esa persona, antes tendrá que enfrentarse a Dios. Y contra Él nadie puede.
Al entender la diferencia entre la fe y la confianza en Dios, reflexione sobre cómo ha sido su comportamiento. “No sea como los nueve leprosos que, al ser curados, dieron la espalda y fueron a ocuparse de sus vidas. Sea como el único que volvió para agradecerle al Señor Jesús y tuvo confianza para mantenerse en el camino del Altísimo”, recomienda el obispo Macedo.
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