Muchos cristianos comparan sus vidas con las de las personas que no son de la fe. Descubra de qué manera esa postura impide sus realizaciones.
Si hay una mentira en la que muchas personas han creído es la que dice que, después de haberse convertido, la persona no pasará por dificultades y solo tendrá conquistas. Lamentablemente, no han sido pocos los cristianos que piensan de esa forma y, cuando llega la tribulación, se desmoronan y comienzan a comparar sus vidas y sus conquistas con las de las personas que no creen en Dios.
En ese momento, algunas preguntas como: “¿Por qué Fulano, que se burla de Jesús, conquistó esa casa, ese auto y yo todavía no?”, o sino: ” Beltrano habla mal de mi fe, pero ha vencido en el trabajo, se ha enriquecido y mi vida profesional sigue trabada”.
Desafortunadamente, pensar de esa manera es totalmente contrario a la fe cristiana. Jesús les “...decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de Mí, éste la salvará”. (Lucas 9:23-24).
¿Qué quiere decir esto en la práctica? Que el que decide seguir a Cristo debe, en primer lugar, entregarle su vida a Él y confiar que hay un propósito en todo lo que sucede. Es decir, Jesús no prometió un mar tranquilo, a fin de cuentas, el buen marinero es aquel que vence muchas tempestades.
Es necesario aclarar que tener problemas no significa estar derrotado. La persona puede perder alguna que otra lucha, pero no la guerra. El resultado final, en realidad, depende de la relación que uno tiene con Dios.
Huya de esa trampa
En ese proceso, es normal que surjan pensamientos comparativos. Estos son trampas que el diablo usa para hacer que la persona se olvide del propósito de Dios para su vida.
Ahora bien, si se tiene una creencia verdadera en el poder de la fe, las dificultades se ven con otros ojos. El cristiano entiende que, en medio del torbellino de problemas, necesita acercarse más al Altar, volver al Primer Amor y, de esa forma, todos los obstáculos se convierten en un combustible para el crecimiento espiritual, y no al contrario.
Creer siempre
La Biblia muestra innumerables ejemplos de la importancia de la confianza y de la obediencia. Por ejemplo, no había una explicación razonable para el sufrimiento de Job. Él era un hombre íntegro, temeroso a Dios, prosperado y con una linda familia.
Pero perdió todo. El diablo lo atacó y sus hijos murieron, sus bienes fueron destruidos y la enfermedad azotó su cuerpo. A través de su maldad, satanás esperaba que él pecara y maldijera a Dios, a fin de cuentas, él era fiel. ¿Porque tenía que enfrentar todo eso?
El Señor conocía el amor que Job Le tenía. Job se mantuvo firme y obediente, aunque no entendía el motivo de tanto sufrimiento. Sin embargo, luego su vida fue restaurada por completo.
El Altísimo le dio el doble de salud, además de bienes, riquezas y diez hijos. Las Escrituras relatan que murió de edad avanzada y bendecido por Dios.
El secreto para vencer
El obispo Edir Macedo afirma que tiene como referencia a grandes hombres de Dios, como Isaac, Israel, Moisés, Josué, Gedeón, Jefté, David, entre otros, pero especialmente a Abraham.
“No es de extrañarse que el propio Señor Jesús ordene que miremos a Abraham. Es decir, que sigamos su ejemplo de fe, obediencia y valentía. (Isaías 51:2). ¿Qué es lo que ellos tuvieron en común? Enemigos, persecuciones, injusticias y situaciones muy complicadas. ¿Qué hicieron para superar todas las dificultades? Sacrificaron. Ese fue el secreto de ellos”, afirma.
El obispo observa que sacrificaron sus sueños, sus proyectos personales. “Sólo los valientes tienen fe para sacrificar, porque el mismo poder de la fe para dar es el poder de la fe para recibir. Este es el secreto de la fe. Ellos sacrificaron por aquel en quien creyeron. Por esa razón, aprendieron con el espíritu de Dios el secreto de la fe”, concluye.
Por lo tanto, esa desgracia que usted está viviendo ¿no sería solo una etapa que usted necesita para que fortalezca aún más su fe?
Muchas veces, ese torbellino sucede porque Él lo quiere aún más cerca, quiere que usted ayune, frecuente las reuniones, ore con mayor frecuencia y con más sinceridad.
No pierda el tiempo al darle oídos al mundo y al comparar su vida con la de aquel que no sirve al Altar. A fin de cuentas, el que se mantiene fiel en lo poco, o en lo mucho, no será recompensado solamente ahora, sino principalmente en la eternidad.