Hay una historia muy interesante en el libro de 1 Samuel, capítulo 7. Si usted lee los capítulos 5 y 6, verificará que, a causa de la desobediencia a Dios y de la idolatría, el pueblo de Israel sufrió terribles derrotas. Cuando los filisteos atacaron a Israel, en la época del profeta Samuel, ¿qué fue lo que sucedió? Se llevaron el Arca de la Alianza. La derrota fue tan grande que más de treinta y cuatro mil israelitas murieron en las batallas. Cuando el Arca de la Alianza iba enfrente del pueblo, la victoria era segura. Pero, esta vez, ellos la llevaron al frente de batalla como un amuleto y se olvidaron de consagrarse, de obedecer a Dios. El resultado de eso: perdieron la batalla y los filisteos se llevaron el Arca de Israel.
Después de que el Arca regresara, Israel entró a un periodo de tinieblas, porque Dios hizo que los propios enemigos sufrieran los daños por haberla robado, incluso después de que ella volviera a Israel. Había silencio de parte de Dios, el cielo no respondía a las oraciones del pueblo. Toda la casa de Israel se lamentaba y, 20 años después, el Arca ya había regresado, sin embargo, el cielo seguía cerrado.
Lo que sucedía en esa época es lo mismo que sucede hoy. Hay muchas personas que adoran a dioses e ídolos. Cuando están en apuros, Le oran a Dios, pero Dios no puede atender a los que no Lo sirven, a los que sirven a otros dioses. Antes de querer que Dios lo escuche es necesario escucharlo. No hablo sobre la persona que creció ajena a las informaciones bíblicas, que sirvió a los espíritus y a las entidades, porque todo lo que conocía era eso, sino de la que confiesa tener una fe en Dios y sirve a otros dioses, los cielos se cierran sobre la cabeza de ella.
Muchas personas han vivido así. La Palabra de Dios nos enseña que debemos creer en Él, no a nuestra manera, sino como se describe en las Escrituras. Por eso, Samuel dijo: “… Si de todo vuestro corazón os volvéis al Señor, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón al Señor, y sólo a Él servid, y os librará de la mano de los filisteos”, 1 Samuel 7:3.
¿Usted ha estado en la mano de los filisteos? ¿Cuál es el problema que ha sido su mayor amenaza? Es necesario que vuelva su corazón, totalmente, hacia Dios y arranque a los ídolos y dioses de su vida. Si Dios no lo libra, no es porque no puede, sino porque usted ha servido a otro dios y no al Señor.