“Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, os hicisteis obedientes de corazón a aquella forma de enseñanza a la que fuisteis entregados; y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia”. Romanos 6:17-18
Dios no permite que seamos tentados para que caigamos en tentación, sino para que Lo sirvamos aún más y avergoncemos a los demonios que nos manipularon, poseyeron y esclavizaron durante décadas, años o meses.
No se olvide de que el diablo no nos ofrece «pan», sino piedras disfrazadas de pan, para que tropecemos en nuestro camino de fe, obediencia y vida con Dios. Recuerde:
“… fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla”. 1 Corintios 10:13
Ser tentado no significa que alguien esté mal con Dios, ya que una cosa es ser tentado y otra, muy distinta, es caer en tentación.
Cuando sea tentado, recuerde uno de los poderes del Padrenuestro que aprendimos el año pasado: en lugar de caer en tentación, ¡CAIGA DE RODILLAS DELANTE DE DIOS! Está escrito:
“Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que Le aman”. Santiago 1:12
Somos tentados para ser probados y aprobados, y recibir la recompensa: una corona incorruptible, indestructible, eterna e inquebrantable. Por eso, ¡anímese!
¡PERSEVERE!
Soporte, aguante firme las pruebas, aunque esté solo, aunque pase por el desierto, aunque no vea nada y todo esté en su contra.
Aunque pase por el fuego, no se quemará, ni siquiera tendrá olor a quemado.
Aunque atraviese aguas profundas, no se ahogará.
Aunque esté en pedazos y su corazón esté quebrado.
Aunque sienta hambre como nuestro Señor, ¡ANÍMESE! ¡PERSEVERE!
¡Los ángeles de Dios están con usted y Dios NUNCA lo abandonará!
Obispo Júlio Freitas
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– ¿Por qué Dios permite que seamos tentados? – Parte 1
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– ¿Por qué Dios permite que seamos tentados? – Parte 3
– ¿Por qué Dios permite que seamos tentados? – Parte 4
– ¿Por qué Dios permite que seamos tentados? – Parte 5