Ninguna tentación, que Dios permite en nuestra vida, es más de lo que podemos soportar; Él siempre nos da la salida.
“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla”. 1 corintios 10:13
Las 3 razones divinas son simples de entender:
1 – Dios conoce nuestras inclinaciones y limitaciones, por eso, nunca permitirá que seamos tentados más allá de nuestros límites.
2 – Dios siempre ve y sabe cuándo estamos siendo tentados por las propuestas del mal y por nuestras propias inclinaciones, por eso, siempre provee, junto con la tentación, la salida. Observe que, en esta puerta de salida, soy yo el que debe huir de la presencia del mal.
3 – En nosotros siempre estará el poder de resistir o ceder delante del mal, caer o entrar en tentación. Si no somos temerosos de Dios, no valoraremos nuestra alma, es decir, la Salvación.
En cualquier tentación, tendremos que hacer lo mismo: ¡Soportar! Es decir, resistir, resistir, huir y evitar, no jugar con la tentación ni con el pecado. No vea el pecado como algo inofensivo, porque no lo es; es justamente lo contrario, es venenoso y mortal.
Obispo Júlio Freitas
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