“He aquí, Yo enviaré la promesa de Mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo Alto.”, (Lucas 24:49).
Aquí está la respuesta de porqué muchos no reciben el bautismo con el Espíritu Santo.
1. Jesús les dejó a los discípulos Su Herencia;
2. Sin embargo, la posesión de esa Herencia exigiría la “espera en Jerusalén”;
3. Esperar en Jerusalén significaba creer en la Promesa aun en medio de las persecuciones existentes en aquella época.
Esto quiere decir que si querían recibir la Herencia tendrían que pasar por el tamiz de las persecuciones, no huir de ellas. Además, olvidarse de las necesidades momentáneas y no pensar en nada más a no ser en el recibimiento de la Herencia Bendita –el Espíritu Santo.
Hubieran podido esperar la Herencia en sus casas, lejos de Jerusalén. Pero el Señor insistió en recompensarlos justamente en medio del calor de la persecución.
4. La parte del fiel es esperar en Jerusalén y mantenerse a la expectativa del cumplimiento de la Promesa. ¡Eso es fe! A causa de eso, el fiel puede y debe demandarle a Dios su derecho a la Herencia.
5. La parte del Señor es cumplir el cuando haya venido sobre vosotros… para servir como testigos.
Usted incluso puede decir: “Señor, yo hice mi parte, pero Tú aún no hiciste la Tuya”.
¿Hay fe en usted para eso?
“Y… les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre…”, (Hechos 1:4).
“… recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y Me seréis testigos… hasta lo último de la Tierra.”, (Hechos 1:8).
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