Nadie tiene más interés que el Espíritu Santo en generar hijos, pero eso no puede ser realizado sin la manifestación sincera de la voluntad del ser humano. El Creador no puede imponer Su voluntad, ya que le dio libre albedrío a Su criatura.
El problema es que la persona manifiesta su deseo en el exterior, pero en el interior no siempre está realmente dispuesta. Las iglesias están llenas de personas así: muestran una cosa delante del altar, pero en su interior lo rechazan. Pura hipocresía. Son verdaderos artistas.
Hacen cualquier papel, en un momento son buenitos, en el otro son bandidos. Este tipo de carácter inhibe la acción del Espíritu Santo, porque ¿de qué sirve aceptar a Jesús, leer la Biblia y orar de la boca para afuera? ¿Será que Dios no ve su interior?
Esas personas hasta pueden ocultar, con astucia, sus reales intenciones de todo y de todos, menos del Espíritu Santo. Delante de Él no hay ningún disfraz.
No hay manera de que el Espíritu de Dios regenere a una persona si ella alimenta esa hipocresía. La solución es rasgar el corazón y exponer abiertamente sus pecados ocultos y abandonarlos. Solo así Él podrá hacer que nazca de nuevo.
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Ayuno del Espíritu Santo, del 28 de febrero al 6 de marzo, en todas las Universal del país. Haga clic aquí y vea las direcciones de las iglesias.
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(*) Texto extraído del libro “Mensajes del obispo Macedo”