La promesa del Señor Jesús de rogar para que el otro Consolador Lo sustituyera ya fue cumplida el día de Pentecostés.
Desde ese entonces, el Espíritu Santo ha estado en el mundo deseando habitar en los que creen en Su Hijo Jesús.
Sin embargo, no todos los que confiesan a Jesús como Señor Lo reciben.
¿Por qué? Porque el Espíritu Santo es el Espíritu de la Verdad.
¿Es posible que los poseídos por el espíritu de la mentira reciban el Espíritu de la Verdad? ¡Claro que no!
Solo recibe el Espíritu de la Verdad quien abandona la mentira. De lo contrario, ¿cómo podría convivir el Espíritu de la Verdad con el espíritu de la mentira en el mismo cuerpo?
Incluso ni la mayoría de los que Lo conocen por informaciones bíblicas fue poseída por Él debido a la mentira en la que vive.
Conocerlo no significa necesariamente tenerlo.
El mundo no Lo tiene porque no Lo conoce y muchos “cristianos” tienen conocimientos sobre Él, pero no Lo tienen porque son mentirosos y disimulados.
Jesús dijo: “Y Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no Le ve, ni Le conoce…”, (Juan 14:16-17).
Los poseídos por el Espíritu de la Verdad jamás viven en la mentira.
La Verdad es una columna de la Justicia.
Mientras el Trono del Altísimo está hecho de Justicia, el trono del diablo está hecho de injusticia.
Quien anda en la justicia sirve al Dios Altísimo, pero quien anda en la mentira sirve al padre de la mentira, Satanás.
¡Que los mentirosos se humillen y sean salvos!
Extraído de obispomacedo.com
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