Existen, prácticamente, tres tipos de paz. Hay una relacionada con los momentos de descanso, que son beneficiosos para el ser humano. Por ejemplo: existe a quien le gusta pescar en un lugar tranquilo para desconectarse de todo y prestarle atención solamente a esa actividad. De la misma forma, otros buscan el contacto con la naturaleza, la práctica de actividades deportivas o artísticas, entre otras opciones. Esos, claro, son períodos necesarios para el ser humano. Son pausas en el ajetreo cotidiano que traen una paz que, de cierta forma, ayuda a recargar las baterías para el día a día. Sin embargo, esa paz es limitada, pues dura el mismo tiempo que las actividades que la alimentan. Es decir, apenas se acaba el descanso, la tribulación regresa.
Muchas personas también buscan otro tipo de paz que, en realidad, no trae ninguna tranquilidad: el refugio en acciones destructivas, como los vicios. Las personas que la buscan de esa forma intentan camuflar el vacío interior, la tristeza y la infelicidad en drogas, bebidas, clubes nocturnos, remedios, redes sociales, prostitución, pornografía, automutilación, apuestas, obtención de dinero para una supuesta estabilidad económica, entre otras alternativas, que solo las hacen hundirse cada vez más.
Pero tanto el primer tipo de paz como el segundo son buscados en el mundo y, por eso, no son de hecho genuinos. La “paz” que el mundo da es falsa porque en él no hay paz. Usted mira a su alrededor y ¿qué ve? Injusticia, personas peleándose, una sacando provecho y engañando a la otra. ¿Cómo es posible que este mundo que está perdido, todo torcido ofrezca paz?
Es entonces cuando entra una imperturbable, verdadera y definitiva paz: aquella que a los ojos de los más desprevenidos puede incluso ser confundida con frialdad, pero es mucho más noble y sólida que eso. Muchos no logran entender de hecho su significado, pero el apóstol Pablo la definió en Filipenses 4:7: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús”.
Esa paz “que sobrepasa todo entendimiento” solo puede venir del Señor Jesús, como Él dijo: “La paz os dejo, Mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
Como Él mencionó, con ella es posible pasar con tranquilidad por cualquier situación, por más atemorizante que sea. Y es esa la paz que usted conocerá, a través de quien la encontró.
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